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El personalismo de AMLO contra las instituciones

La debilidad de este Gobierno es que está centrado en un individuo que considera que tiene una misión personal y que él es la solución a los problemas.

La renuncia de Germán Martinez a la dirección del IMSS y su denuncia de que se está minando la insitucionalidad del Seguro Social ilustran la debilidad del actual Gobierno y la disyuntiva de la Cuarta Transformación. La debilidad de este Gobierno es que está centrado en un individuo que considera que tiene una misión personal y que él es la solución a los problemas. La disyuntiva de la Cuarta Transformación es que para que trascienda a las personas, perdure y sea efectiva deberá convertirse en instituciones. AMLO, sin embargo, debilita a las instituciones y se fortalece como persona en el Gobierno. Mal síntoma y mala estrategia.

El personalismo de AMLO

Es público y notorio el personalismo de AMLO. Ha centralizado el Gobierno y el gabinete en su persona. No es una persona que delegue responsabilidades y respete autonomías ajenas. Él atiende personalmente todos los asuntos, incluso los más técnicos; contradice a sus subalternos cuando ellos se atreven a hacer declaraciones. Se siente a gusto siendo el protagonista de todos los asuntos y que todas las nuevas medidas y programas lleven su sello personal. La gente percibe que recibe las pensiones y becas directamente de López Obrador. Él marca la agenda todas las mañanas con sus conferencias de prensa y orienta a la República.

Pero lo más grave es que está minando las instituciones existentes. Es muy conocida la reducción presupuestal que hizo a los organismos autónomos como el Instituto Electoral, Derechos Humanos, Transparencia y la Auditoría Superior de la Federación. Ha debilitado incluso al Poder Judicial cuando privilegia el vínculo personal sobre el profesionalismo de los jueces y magistrados. Tampoco es un Presidente que busque fortalecer el federalismo o a los municipios; más bien parece Presidente de una república centralista. Aunque el problema de muchas de estas entidades federativas y municipios pueden ser también sus respectivos personalismos, es decir sus caciques.

El personalismo de AMLO es su debilidad. En la medida en que sea un Gobierno personalista, en la misma medida va a dejar de trascender y será un Gobierno de paso. También en la misma medida existirá la tentación a permanecer y a prolongarse en el poder.

El gran problema e inestabilidad de los malos gobiernos y dictaduras latinoamericanas han sido los gobiernos personalistas y populistas. Los latinoamericanos tenemos una fascinación especial por la figura del padre protector, los redentores y grandes salvadores. Queremos que alguien nos ayude, nos saque de pobres y nos llene de dádivas y privilegios. Somos poco afectos a la dignidad del trabajo y a la autonomía personal.

Las instituciones como desarrollo

Y sin embargo, el camino del desarrollo no está en los grandes salvadores de la Patria, sino en la creación de instituciones. Las instituciones son, por definición, más sabias y más duraderas que las personas. Si queremos que una forma de organización y de distribución de derechos y obligaciones perdure, se tiene que convertir en institución. La institución es el Gobierno por reglas y procedimientos establecidos, que puede irse mejorando y fortaleciendo. Las instituciones son profesionales; no trabajan en base a palancas y lealtades personales, sino en base a méritos y competencias.

El Seguro Social, por ejemplo, es una de las instituciones más nobles y efectivas del Estado Mexicano. Requiere ser fortalecido y mejorado, no disminuido y minado por la austeridad presupuestal. Muchas de las pensiones y becas de AMLO deberían ser establecidas como derechos que otorga el Seguro Social, de manera institucional y profesional, en base a reglas y procedimientos.

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