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El enemigo equivocado

En medio de una pandemia con devastadoras consecuencias de alcance global, y en los momentos más críticos de sus presidencias, ambos decidieron atacar al enemigo equivocado.

Eran poco después de las 10 de la noche del lunes 20 de abril cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se volvió a lanzar contra los inmigrantes. Y apenas habían pasado las siete de la mañana del 22 cuando el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su diaria conferencia de prensa atacó con más severidad de la acostumbrada a los periodistas que lo critican. ¿Qué tienen en común Trump y AMLO?

Que en medio de una pandemia con devastadoras consecuencias de alcance global, y en los momentos más críticos de sus presidencias, ambos decidieron atacar al enemigo equivocado. Los inmigrantes y los periodistas, respectivamente, no son los rivales a vencer en Estados Unidos y México. Y los dos líderes se equivocan distrayendo la atención de sus países cuando toda su energía debería estar concentrada en combatir el mortal virus y sus terribles efectos económicos.

Empecemos con Trump.

“En vista al ataque del Enemigo Invisible, y para proteger los trabajos de nuestros GRANDES Ciudadanos Estadounidenses”, escribió el presidente Trump en Twitter (la plataforma donde tiene más de 78 millones de seguidores), “firmaré una Orden Ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a Estados Unidos!”. Todo parecía indicar que Trump por fin se saldría con la suya y, con la excusa de la pandemia, lograría cerrar todas las fronteras a los extranjeros.

Trump nunca ha ocultado sus prejuicios antiinmigrantes. Basta recordar que en junio de 2015, cuando lanzó su campaña por la presidencia de Estados Unidos, llamó criminales y “violadores” a los inmigrantes mexicanos. Les dice “extranjeros ilegales” a los indocumentados. Y ha hecho todo lo posible por construir un nuevo muro en la frontera con México.

La amenaza de “suspender la inmigración” a Estados Unidos se convirtió en pura retórica: Aunque afectará por 60 días a miles de extranjeros que esperan su green card o tarjeta de residencia permanente, su decisión tiene tantas excepciones que no perjudicará a otros cientos de miles. Los expertos han dicho que su decreto, pensado para ayudar a los estadounidenses desempleados, no tendrá ningún efecto significativo.

Hasta ahora, más de 50 mil estadounidenses han muerto por esta enfermedad. Trump se tardó casi ocho semanas en declarar un estado de emergencia desde que se detectó el primer contagio y, según una encuesta del Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research, únicamente el 44% de los estadounidenses apoya su manejo de la crisis. Su decisión simbólica de “suspender la inmigración” tiene una doble función: Le ayuda con sus votantes potenciales de cara a las elecciones de noviembre y distrae sobre sus terribles decisiones para enfrentar el coronavirus.

Trump no está solo en su estrategia de inventar un enemigo para esconder sus tropiezos ante la pandemia. Lo acompaña el Presidente de México.

López Obrador tiene tantos problemas reales, que no tiene sentido crearse otro. Pero lo ha hecho: Los periodistas.

La conducta personal de AMLO ha ido en varias ocasiones en contra de las recomendaciones de los expertos para controlar el coronavirus. A pesar de que la Organización Mundial de la Salud declaró una pandemia el 11 de marzo y pidió “medidas agresivas y urgentes”, no dejó de ir a eventos con sus seguidores e incluso, en una conferencia de prensa a inicios de abril, dijo: “Hay que abrazarse, no pasa nada”. Desde entonces, miles de mexicanos se han contagiado de coronavirus. La prensa, ese es precisamente nuestro trabajo, no ha dejado de señalar esos errores. Es nuestro deber destacar cuando un Presidente no hace lo que dicen los científicos y da un mal ejemplo a la población.

En una larga intervención durante una reciente conferencia de prensa, se quejó amargamente de los periodistas y columnistas que critican a su Gobierno, a quienes llama conservadores.

“No hay en México un periodismo profesional e independiente (...). ¿Ético? Están muy lejos de eso”, dijo.

Es el mismo manual de Trump: En medio de la pandemia AMLO se enfoca en un enemigo falso. Y, como en el caso de la cruzada antiinmigrante del mandatario estadounidense, parece que López Obrador también quiere distraer a la gente de la urgencia de la que será, con probabilidad, la peor crisis de su sexenio.

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