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El dilema de la educación

En la suite nupcial donde los recién casados pasarían su noche de bodas el nervioso novio no acertaba a meter la llave en la cerradura de su maleta.

vPegaba arriba de ella, abajo y a los lados, pero no en el centro. Le dijo su flamante mujercita: "Si esa misma puntería vas a tener al rato, será mejor dejar las cosas para mejor ocasión". Empédocles Etílez y Astatrasio Garrajarra, los borrachos del pueblo, se enteraron apesadumbrados de que Briagorio, su compañero de parrandas, había pasado a mejor vida. Aunque andaban en competente estado de ebriedad decidieron ir a la agencia funeraria donde estaba siendo velado su amigo. Declaró, solemne, Garrajarra: "Debemose presentar a su familia nuestro más sentido sépame". Llegaron al velatorio y de buenas a primeras se toparon con el órgano de la capilla funeraria, al cual confundieron con el ataúd. "¡Mira nomás! -exclamó emocionado Empédocles Etílez-. ¡Murió sonriendo nuestro pobre amigo! ¡Y qué hermosa dentadura tenía!". Don Mercuriano, el abarrotero del pueblo, decidió renunciar a su ateísmo y regresar al seno de la Iglesia, pues era viudo e iba a contraer segundas nupcias con una piadosa dama de mucha religión y devociones. Así pues fue con el padre Arsilio y le pidió que lo recibiera de nuevo entre sus feligreses. Le dijo el buen sacerdote; "Si te recibo ¿amarás a Dios sobre todas las cosas?". "Sí, padre" -respondió Mercuriano. "¿Amarás a tu prójimo?". "Sí, y también a la fraternidad universal y a las culturas del México prehispánico". Severo, el padre Arsilio le preguntó: "¿Y ya no darás kilos de 800 gramos?". "Señor cura -se atufó el abarrotero-. Vine a hablar con usted de religión, no de negocios". Entiendo el dilema en que se encuentran las autoridades educativas. Deben escoger entre hacer que los niños y jóvenes vuelvan a las aulas, con todos los riesgos que eso implica, o seguir con las clases a distancia aun a sabiendas de que los educandos están aprendiendo poco o nada por ese medio virtual. Yo no soy autoridad educativa, pero si lo fuera daría prioridad a la salud de los alumnos antes que a su escolaridad, y alargaría el periodo de cuidados, sobre todo tomando en cuenta que las nuevas variantes del virus parecen estar atacando sobre todo a menores de edad. En este caso es aplicable el antiguo apotegma latino que dice: Primum vivere deinde philosophare. Primero vivir, luego filosofar. (Un cierto amigo mío adaptaba ese sabio lema a su interés particular: Primum bibere deinde philosophare. Primero beber, luego filosofar). Comprendo igualmente los múltiples problemas a que da origen la presencia continua de los niños y jovencitos en la casa, pero creo que el principal objetivo de las autoridades -de todas- debe ser hoy por hoy cuidar la salud de las personas. Si estoy equivocado díganmelo, por favor, para equivocarme en alguna otra cosa. El juez local se asombró grandemente cuando acudió ante él un matrimonio de avanzada edad. El señor debe haber tenido 70 años; su esposa poco menos. Habló el provecto caballero y dijo: "Vengo a denunciar a esta mujer por violencia intrafamiliar". Ella se defendió: "No hay tal violencia". "Sí la hay, señor juez -reafirmó el quejoso-. Mire usted. Desde hace algunos años yo tenía perdida ya la facultad de elevar mi atributo varonil. Hoy por la mañana conseguí milagrosamente unas cuantas gotas de las miríficas aguas de Saltillo, cuyos vigorizantes efectos son conocidos en el mundo. Apuré esas gotas y en cuestión de minutos ya estaba yo -y estoy- en disposición perfecta para volver a hacer el amor. ¡Y esta señora quiere que lo haga con ella!". FIN.

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