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El General

Nunca se había visto algo así. ¿Qué tipo de presiones fueron ejercidas por parte del Ejército y sus mandos para que se liberara al general?

Apenas en octubre pasado, la noticia del arresto del ex secretario de la Defensa Nacional cayó como balde de agua fría. Durante años -no sólo como titular del Ejército- el general Cienfuegos estuvo en colaboración y contacto directo con sus contrapartes estadounidenses, como con la DEA. De nuestros rubios vecinos recibió atención y distinciones… hasta que un día lo esposaron y metieron en una celda, detenido tras catorce meses de investigación como cómplice de una red de narcotráfico en nuestro País. Por el profundo desdén -y desconfianza- hacia las autoridades mexicanas, las estadounidenses jamás compartieron información ni intenciones.

El episodio fue una tremenda bomba y obviamente fue un manjar para la especulación: ¿Qué llevó al Presidente mexicano a hacer un trato de tal envergadura con su contraparte gringa, para que allá soltaran a un buen trofeo? Nunca se había visto algo así. ¿Qué tipo de presiones fueron ejercidas por parte del Ejército y sus mandos para que se liberara al general? La Defensa en México ha sido clave en el último siglo, pero desde que Calderón desató su “guerra”, el poder que detentan ha aumentado de manera importante. Hoy, los soldados -además de ser soldados- son ingenieros, albañiles, contadores, policías, médicos, aduaneros, etcétera. Nuestro actual Presidente les ha encargado muchísimo y así depende de ellos. Por otro lado, la Defensa es un mundo propio, con códigos, formas y líneas que responden sólo al mundo militar: Según lo dicta el estricto canon (no escrito) marcial, es inexorable la consulta al secretario de la Defensa saliente, sobre el prospecto para sucederlo en el cargo. Si Cienfuegos hubiera vetado a Sandoval, éste no sería nuestro actual general secretario… y por algo le dio su bendición para relevarlo.

En esa insólita negociación binacional, México recibió a Cienfuegos bajo el compromiso de continuar con la investigación, pues según el propio canciller Ebrard, “sería un suicidio” político abonar a nuestra monumental impunidad. Hoy que el general está libre de cargos, las autoridades estadounidenses han expresado su indignación, pues quedaron como tontos. El actuar de la Fiscalía mexicana (sobre todo su velocidad en resolver) me recordó aquellas “investigaciones” de los noventa, donde la PGR exoneraba a gobernadores acusados de asociarse con el narco.

Por otro lado, repasé varias decenas de las más de 750 páginas que nuestro Gobierno deliberadamente publicó como “las evidencias” en este caso, y me parecieron completamente inverosímiles. También desconfío mucho que sea esta toda la información.

En un entorno de tan profunda putrefacción institucional (corrupción, infiltración, impunidad, falta de controles, políticos mediocres, improvisación), no puede llegar un santo a dirigir la Sedena. No lo fue el general de Calderón ni el de Peña ni el de AMLO. Desafortunadamente es una cruda realidad. Pero si vamos a dejar la charlatanería política a un lado, para comenzar la ruta de la recuperación… se tiene que comenzar a combatir la impunidad en algún momento y se tiene que hacer con seriedad. Supongamos por un momento que Cienfuegos no tuvo que ver en el caso donde lo acusa la DEA. Bueno, un inicio sano sería investigarlo por los crímenes de lesa humanidad como los Tlatayas o Ayotzinapas.

Pero también está la cuestión del poder -en su rostro más crudo- y el de la soberanía. ¿Recuerdan el manotazo en la mesa que representó la cancelación del aeropuerto? Era una manifestación inequívoca de que había llegado un nuevo sheriff al pueblo. No importaban las consecuencias económicas ni los supuestos inversionistas asustados. Era un mensaje para los de antes: “Ahora el que manda soy yo”. Nuestro Presidente, en su actitud sumisa y en momentos timorata frente a Trump ha recibido múltiples críticas. Porque comprende más el estilo político de Trump, que el de Biden, es que se esperó a reconocer al demócrata y criticó a las redes sociales por censurar al magnate neoyorquino. Cuando el Presidente fue objeto de burlas por pedirle a la Corona española disculpas por colonizarnos, yo preferí imaginar un escenario de mayor altura política, donde AMLO (bajo el disfraz de las disculpas) pusiera sobre la mesa condiciones para una nueva relación económica entre nuestros dos países. Con lo de Cienfuegos, elijo hacer lo mismo. Quizá nuestro Presidente -como poquísimas veces sucede en la historia de los dos países- ejecuta una arriesgada, pero audaz (y necesaria) jugada: “Ustedes se llevaron a un ex secretario de la Defensa, jamás nos avisaron, nos traicionaron porque nos desprecian y nos ven menos. En el ínter me crearon un problema crítico con mis uniformados. A ustedes les prometí castigarlo acá, a cambio de que me lo enviaran (pues tampoco les conviene tenernos en contra). Después de conseguirlo, ahora flagrantemente lo dejamos ir. Que sirva este episodio para que entiendan que, de aquí en adelante, no nos pisotearán como siempre lo han hecho”.

Sea un episodio más de burda impunidad o algo más… como lo aquí especulado, sin duda será determinante no sólo en la relación binacional sino en la manera en la que los mexicanos creemos en nuestro Gobierno.

El autor es Presidente Fundador de Creamos México A.C. y especialista en políticas públicas por la Universidad de Harvard.

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