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¿Diferencia entre el rojo y el amarillo? La presidencia en 2024

Creo que podemos formalmente declarar que murió el famoso semáforo epidemiológico que tanto presumía el Gobierno de México

Él dice rojo. Ella dice amarillo. ¿Importa cuál es el color del semáforo epidemiológico para la Ciudad de México? El subsecretario doctor Hugo López Gatell y su equipo declaró que la situación del Covid-19 en la Ciudad de México es grave y que sólo “permitirán únicamente las actividades económicas esenciales, asimismo se permitirá también que las personas puedan salir a caminar alrededor de sus domicilios durante el día” (según el portal del mismo Gobierno federal). La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, respondió molesta que, según ella y su equipo, la capital está en semáforo naranja. No habrá restricciones ni cierres ni mandatos, a pesar de que en el mismo portal del Gobierno federal, cuando una ciudad está en semáforo naranja “además de las actividades económicas esenciales, se permitirá que las empresas de las actividades económicas no esenciales trabajen con el 30% del personal para su funcionamiento, siempre tomando en cuenta las medidas de cuidado máximo para las personas con mayor riesgo de presentar un cuadro grave de Covid-19, se abrirán los espacios públicos abiertos con un aforo (cantidad de personas) reducido”.

Creo que podemos formalmente declarar que murió el famoso semáforo epidemiológico que tanto presumía el Gobierno de México. ¿Quién es el autor de esta súbita muerte de una política de salud que le proporcionaba algo de orden a lo que la historia recordará como una de las estrategias anti-pandemia más catastróficas en el mundo?

El autor es el presidente Andrés Manuel López Obrador, con su declaración de que la Ciudad de México no está en rojo, está en naranja, apoyando la posición de Claudia Sheinbaum.

Mejor dicho, López Obrador le dio un espaldarazo político a la jefa de Gobierno, quién eventualmente tendrá que asumir los costos políticos de la crisis sanitaria y económica en los siguientes meses porque muchos, muchos capitalinos van a enfermarse, y muchos capitalinos morirán, gracias al capricho de López Obrador y la sumisión de Claudia Sheinbaum.

La estrategia de Covid-19 de López Obrador es que la amenaza dejó de existir, que serán pocos los que se contagiarán e irán al hospital, muchos menos mexicanos morirán por Covid. Los comercios no cerrarán, los niños regresaran a clases, la economía crecerá y todos seremos felices en diciembre 2021. Si Andrés Manuel dice que la pandemia terminó, todos, todos los funcionarios de la Cuarta Transformación deberán acatar su edicto. Especialmente los que buscan la bendición del Presidente para ser el candidato a cualquier puesto de elección en 2024, incluyendo la presidencia.

El semáforo epidemiológico es un arma más que usará López Obrador para definir quién continuará apoyando el barco que se hunde de la Cuarta Transformación, y quiénes están buscando salvavidas .

Y es que el Presidente seguramente percibe que el proceso de selección de candidatos seguramente se está saliendo de las manos y en unos meses será más obvio que perdió control. Más y más veremos expresiones de rebelión privada y pública por parte de los presidenciables como Marcelo Ebrard, Esteban Moctezuma, Juan Ramon de la Fuente, Tatiana Clouthier y el caballo o la yegua negra que pudiera surgir.

Y López Obrador pondrá a todos y a todas a prueba. Los posibles candidatos tendrán que tomar posiciones públicas que serán ilógicas, que tendrán costos políticos inimaginables para cualquier persona que aspira a la presidencia, otro puesto político, o asumir funciones en alguna organización internacional. Porque después de seis años con López Obrador, la mayoría de sus funcionarios tendrán pocas opciones en el sector privado, en la academia o en una ONG por la destrucción sistemática que impulsó AMLO durante su Gobierno.

Al igual que el viejo régimen que tanto critica AMLO, el sucesor del Presidente deberá de garantizarle inmunidad a él, su familia y sus asesores más allegados. Su reemplazo deberá entender que el ganar las elecciones en 2024 dependerá de su lealtad al Presidente, no a las habilidades políticas del futuro candidato o candidata de Morena.

Y esta realidad podría darles una pequeña ventaja a los candidatos de la oposición en 2024. López Obrador preferirá ver perder al candidato de Morena que no le sea fiel y negociar impunidad con el candidato de la oposición.

Una estrategia que conoce muy bien Andrés Manuel López Obrador.

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