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De nuevo el odio

Algo está ocurriendo en el País, pues hay una ola de odio contra las disidencias sexuales

Salma Luévano, una de las dos diputadas federales trans que ganaron la curul en el 2021, grabó un video rapándose en protesta por los dichos transfóbicos del diputado del PAN, Gabriel Quadri. Ambos acudieron a una entrevista en CNN y en pleno debate, el conductor expulsó al también ex candidato presidencial por incitar el discurso de odio. La diputada del PAN, América Rangel, acumula casi 50 denuncias ante el Consejo para Prevenir la Discriminación de la CDMX (Copred) por sus declaraciones homo-lesbo-bi-transfóbicas. Quadri y Rangel son representantes del odio que persiste en contra de la diversidad sexual, odio que pasa de lo verbal a lo físico en un santiamén.

Natalia Lane es una activista trans, defensora de derechos humanos, defensora de los derechos de las personas trabajadoras sexuales, asambleísta del Copred, analista política, recientemente electa para el Parlamento de Mujeres de la CDMX, en resumen, una ciudadana de tiempo completo. La noche del domingo pasado, Lane publicó un video en su página de Facebook en el que denunciaba un intento de transfeminicidio. Alguien intentó acuchillarla, causándole heridas en el rostro y en el cuello. Natalia fue transferida a un hospital, donde fue atendida y dada de alta horas después. Autoridades del Gobierno de la CDMX acudieron a apoyarla y cientos de organizaciones, medios y activistas condenamos la violencia sufrida por ella.

Algo está ocurriendo en el País, pues hay una ola de odio contra las disidencias sexuales. En diciembre y enero parejas del mismo sexo fueron discriminadas en Six Flags y en el Barrio Chino por darse un beso. El domingo pasado una pareja gay denunció la violencia que sufrió en una taquería. Las agresiones acontecidas en la capital del País son más visibles y parecen más numerosas porque aquí el movimiento LGBT está más articulado, porque hay más medios aliados y por las redes sociales. No ocurre lo mismo con las agresiones que sufren las personas LGBT en estados como Veracruz, donde la activista trans Jazziel Bustamante presentó un informe que documenta 56 víctimas de crímenes de odio desde enero del 2020 a enero del 2022 y que quedaron en impunidad o que no tuvieron eco mediático ni solidaridad de otras organizaciones.

En México hemos avanzado en el reconocimiento de derechos para las personas LGBT. El matrimonio igualitario es posible hoy en todo México, incluso en cinco estados donde aún se requiere un amparo. Catorce entidades reconocen leyes de identidad de género y la agenda para prohibir las "terapias de conversión" está atorada en el Senado, pero avanza en los estados. La actualización de los tratamientos para el VIH-sida ha sufrido momentos graves de desabasto, pero la intención de resolver el problema persiste. Y a pesar de que llevamos ya 21 años desde la presentación de la primera iniciativa para reconocer a las parejas del mismo sexo, la de Sociedades de Convivencia, falta mucho aún para garantizar el derecho a una vida libre de violencia contra las disidencias sexuales, en la vida real y en la virtual. Twitter ignora las agresiones escritas desde miles de cuentas contra feministas y activistas LGBT.

La semana pasada mientras comía con mi novio en un restaurante en Masaryk, los comensales de a lado levantaron la voz para quejarse de que el País estaba "demasiado homosexualizado", seguido de un "¡pinches pu...!", insultos que iban dirigidos a nosotros. El señor X me calmó y pidió que mandaran unas bebidas a esa mesa, de parte de la pareja gay. Los tres señores rechazaron el envío y uno, orgulloso de su homofobia, señaló que "él tenía el derecho de decir lo que quisiera en su mesa". Justo así se comportan Quadri, Rangel, los jerarcas de la iglesia que discriminan y los líderes del PAN que abren espacios a gente como Rangel y Quadri. Con esa idea de que tienen el derecho de expresar su odio. Lo que no reconocen es que esa violencia verbal está a un paso de levantar un cuchillo como el que levantaron contra Natalia o de soltar un puñetazo como el que le dieron a Andrés y a Fernando o de aventar ácido al rostro de una mujer trans en Jalisco.

Espero que quienes me dejan comentarios homofóbicos semanalmente en el espacio de abajo, reflexionen y se abstengan.

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