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Confianza escurridiza

Cuando se indaga sobre el atributo más potente a la hora de enumerar las condiciones que facilitan la inversión productiva, los especialistas coinciden en señalar que es la confianza el factor primordial.

Cuando se indaga sobre el atributo más potente a la hora de enumerar las condiciones que facilitan la inversión productiva, los especialistas coinciden en señalar que es la confianza el factor primordial. Sin esta premisa poco o nada se puede hacer para promover que los dueños del dinero le apuesten a tal o cual proyecto. Sin confianza, no hay inversión; sin inversión no hay empleo. Así de sencilla y compleja es la ecuación del crecimiento económico.

Al revisar el ambiente de negocios en México podemos observar que en la desaceleración económica que hoy se experimenta influye la precaria confianza que aún genera AMLO entre los empresarios, a casi dos años al frente de los destinos del país. Quizá sea éste el principal pasivo de la Cuarta Transformación y esa desconfianza provenga de razones fundamentalmente no económicas sino políticas o de otro tipo. Es bien conocida la complicidad que en el pasado existió entre el empresario y el Gobierno en turno, en una asociación casi mafiosa que brindaba a los potentados ganancias imposibles de alcanzar en circunstancias normales: Exención de impuestos, subsidios, evasión fiscal, licitaciones amañadas, se cuentan entre las prebendas que recibía buena parte de los corporativos nacionales. López Obrador está decidido a terminar con esas irregularidades que hicieron de la economía mexicana un auténtico capitalismo de compadres.

Desde luego tal osadía no ha caído bien entre una parte de la elite empresarial acostumbrada a negociar y en muchos casos chantajear al gobierno a fin de mantener sus canonjías. De ahí parte de la explicación del porqué algunos organismos empresariales se han convertido en el caballo de Troya de los hombres de negocios que se dicen afectados por las políticas lopezobradoristas. Lo mismo se puede señalar de conocidos inversionistas que sin ningún reparo han estado al frente de los impugnadores del Gobierno morenista.

En realidad sí han sido afectados pero no en lo que concierne a los negocios bien establecidos, sino en la parte que corresponde a los privilegios recibidos, de los que ahora ya no disponen. Ésa es también la explicación de que sean los inversionistas extranjeros los que mayormente han aprovechado las oportunidades que ofrece la economía nacional; mientras los capitales nacionales pierden su tiempo buscando recobrar prerrogativas injustificables, los extranjeros siguen llegando.

A mi juicio la confianza en el gobierno nacional se recobrará más pronto que tarde; ésta vendrá una vez que los ataques de ciertos sectores de la IP cesen y el agua retome su nivel. Hasta entonces el empresariado aquilatará en su justa dimensión la política económica aplicada en la actual coyuntura, misma que se caracteriza por la prudencia y la responsabilidad: No endeudamiento, no incurrir en déficit fiscales, no aumentar impuestos, priorizar el gasto social y la inversión productiva, son señales inequívocas de que se trata de recobrar la confianza pero ahora basada en el cuidado escrupuloso de los fundamentos macroeconómicos y no en la complicidad que beneficiaba a unos cuantos. A prácticamente dos años de que la Cuarta Transformación gobierna, la confianza sigue siendo un pasivo notable; no obstante, se prevé que podrá convertirse en el activo más sólido cuando empiecen a sentirse las bondades de la responsabilidad presupuestal y se reactive el dinamismo de la economía mexicana.

La confianza en Sonora

El proceso electoral 2021 que culminará con la elección de quien relevará a CPA será el laboratorio que definirá quién de los aspirantes generará mayor confianza entre los ciudadanos y también entre los empresarios. De los aspirantes más mencionados dos son empresarios o descendientes de antiguos propietarios de negocios; el tercero viene del servicio público. Si a usted, estimado lector, le preguntaran a quién confiaría el manejo del Estado ¿cuál sería su respuesta? La confianza será el nombre del juego en el 2021 y, según lo que hasta ahora indican las encuestas conocidas, uno de ellos está concitando esa confianza. Ya veremos en qué termina este interesante juego.

Alvaro Bracamonte Sierra. Doctor en Economía. Profesor-Investigador de El Colegio de Sonora

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