Bolsas perversas
A partir del 1ro de enero estarán prohibidas en la Ciudad de México las bolsas de plástico de un sólo uso.
A partir del 1ro de enero estarán prohibidas en la Ciudad de México las bolsas de plástico de un sólo uso. Las multas por violar esta disposición serán enormes: De 42 mil a 170 mil pesos. Las grandes cadenas comerciales se han estado preparando, pero las pequeñas misceláneas no han tenido ninguna información y no saben realmente qué hacer.
La prohibición puede resultar muy costosa para los comercios pequeños, sobre todo si realmente hay un esfuerzo de las autoridades por aplicarla con fuerza. Los beneficios ambientales, sin embargo, serán nulos.
Las bolsas de plástico se han convertido, como los popotes, en símbolos malignos de contaminación, pero su impacto ecológico es relativamente pequeño. El plástico, es cierto, tarda muchísimo tiempo en degradarse; también es verdad la gran acumulación de plástico y microplástico en los océanos. Pero las bolsas de supermercado son una parte muy pequeña de ese
problema.
La primera dificultad surge en la definición de plástico de un solo uso. La mayoría de las bolsas de tiendas no se usan una sola vez sino dos o más. En los hogares son recipientes de separación y disposición de basura, por lo que tienen un beneficio ambiental. Pero incluso una bolsa de plástico que se utilice muchas veces tiene el mismo problema ambiental en el momento de su disposición. Los polímeros son los mismos que en una bolsa de un solo uso.
Otro problema es la necesidad de la gente de tener algún instrumento para trasladar los productos que compra de la tienda a su casa. Las bolsas de plástico no surgieron por un acto de perversidad de industriales y comerciantes deseosos de contaminar el mundo, sino de una necesidad de los consumidores. La prohibición no hará que desaparezca esta necesidad, sino que obligará al consumidor a buscar otros medios para trasladar sus compras. Y no hay en este momento opciones más ecológicas que las bolsas de plástico.
La primera opción que surge a la mente son las bolsas de papel, las cuales se usaban en los supermercados y tiendas antes de las de plástico. Pero no solo son menos resistentes, sino que no representan una mejora ambiental. El papel tarda casi tanto en biodegradarse como el plástico, pero su producción tiene un impacto ecológico negativo mayor, ya que obliga a cortar árboles y genera una cantidad mucho mayor de emisiones de carbono en su producción y transporte. Las bolsas de papel, además, ocupan casi nueve veces más espacio que las de plástico por lo que representarían también un reto enorme para los depósitos de basura.
Obligar al uso de bolsas reutilizables de tela parecería una buena opción, si no fuera porque no funcionará. Es poco probable que los consumidores carguen una o más bolsas de tela todo el día en el trabajo para hacer su compra al fin de la jornada.
Algunas de las grandes cadenas comerciales ya están ofreciendo regalar bolsas de tela, pero esto aumentará en lugar de disminuir la contaminación. “Para que una bolsa de algodón genere menos emisiones de efecto invernadero que una bolsa desechable de plástico”, advertía la revista The Economist en julio, “habría que utilizarla 131 veces”.
La prohibición es una política demagógica que no resolverá ningún problema, pero sí generará molestias a los consumidores. Puede convertirse, incluso, en un retroceso ambiental. Las bolsas de plástico han cumplido una función importante a un costo muy bajo. Tienen un problema de desecho; esto es lo que tenemos que resolver. Pero nuestros políticos no tienen inteligencia para entenderlo.
Sólo a formales
Con la proliferación del comercio ambulante en el nuevo Gobierno, debemos suponer que las multas por el uso de bolsas de plástico se aplicarán a los comercios formales, pero no a los informales. Cada vez es mejor ser informal.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí