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AMLO injerencista

México incide en la política estadounidense desde hace décadas y EU hace lo mismo en la mexicana.

La relación bilateral entre México y EU es de las más complejas que hay entre dos países del mundo. No solamente porque tenemos quizás la frontera más desigual, sino también porque pasamos de ser dos enemigos en guerra, en el siglo XIX, a dos naciones unidas por el comercio, la migración y la seguridad desde 1994. Hoy tenemos casi 30 años de una integración comercial y de una interdependencia que es muy asimétrica, porque simplemente EU sigue siendo el país más poderoso del mundo, pero también hay una interdependencia compleja en la que hoy tenemos muchas más herramientas como Estado para incidir en la política estadounidense a favor del interés de México. Las recientes declaraciones del presidente López Obrador de llamar a votar a nuestros connacionales contra los candidatos al Congreso estadounidense que sean enemigos de México desató críticas por parte de analistas y de la oposición, pero creo que AMLO está en lo correcto.

En estricto sentido, México incide en la política estadounidense desde hace décadas y EU hace lo mismo en la mexicana. Carlos Salinas de Gortari pagó muchísimo dinero a cabilderos estadounidenses para que influyeran en el ánimo de los legisladores estadounidenses para el Tlcan. También pagaron muchísimo dinero a firmas de relaciones públicas para hacer campañas a favor de la imagen de México. Esa era la manera de incidir en la política estadounidense, con dinero, cabilderos profesionales y con todo y las redes de conflictos de intereses que pueden desarrollarse a través de eso. ¿A cuál firma contrataba el Gobierno mexicano y por qué? La estrategia y el gasto funcionaron. Jorge Montaño, embajador de México en EU, lo detalla muy bien en su libro “Misión en Washington”.

Por su lado, los estadounidenses también inciden de forma mucho más injerencista en la política mexicana y lo han hecho siempre. Muchos historiadores han escrito sobre la injerencia estadounidense en la Revolución Mexicana, pero para qué irnos tan lejos. No hay mayor injerencia en la política mexicana, y la continental, que la guerra contra las drogas. Si desde los años setenta México tiene una política prohibicionista es porque EU lo ha impuesto. Regular el mercado, en lugar de combatir inútilmente a los cárteles de la droga, debería ser la respuesta soberana de México y no lo que hoy tenemos y que no ha hecho más que militarizar la vida pública, aumentar la violencia en México y el incremento en el consumo de todas las sustancias en ambos lados de la frontera. Un fracaso.

Los latinos en EU son más de 62 millones, de los cuales los mexicoamericanos se acercan a los 40 millones. Los latinos o hispanos son desde 2010 la principal minoría en EU y desde el 2020 son el segundo bloque de votantes más importantes en EU. De acuerdo con el Pew Research Center, para el 2024 serán más de 32 millones los votantes latinos y de ellos la gran mayoría serán mexicoamericanos. En otras palabras, el músculo del voto mexicoamericano es una de las principales herramientas de poder que tiene México para avanzar el interés nacional mexicano en EU, aunque la interdependencia y el voto de los mexicanos en el exterior también abre esa posibilidad para que EU pueda hacer lo propio en futuras elecciones mexicanas, legislativas y presidenciales.

AMLO es quizás el primer Presidente mexicano que dice las cosas claramente respecto a la relación bilateral. Una campaña desde México para informar a los connacionales que tengan derecho al voto allá sobre cuáles son las candidaturas con agendas antimexicanas y una capacitación a nuestros representantes diplomáticos en los consulados de México para que defiendan mejor a México en los estados de la Unión Americana donde se encuentran son ejercicios necesarios hoy.

La relación bilateral cada vez será más interconectada. AMLO y Ebrard parecen reconocerlo adelantándose al 2024. Los problemas comerciales y de seguridad tienen canales institucionales para ser resueltos y el señalar las locuras de legisladores como Dan Crenshaw no está mal. Jorge Castañeda seguramente hubiese querido a un Vicente Fox más vocal en su momento.

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