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4T: Metas y consecuencias

Ahora la constante es esa división entre buenos y malos, donde cada quien se coloca de acuerdo a su forma de pensar y analizar la situación.

Estamos en un punto extraño como País. En la historia reciente nunca había estado tan polarizado. Y vaya que hemos vivido momentos complicados, como la lucha poselectoral de 1988, con todo y la “caída del sistema”; el asesinato de Luis Donaldo Colosio o el bloqueo de avenida Reforma comandado por Andrés Manuel López Obrador, en 2006.

Ahora la constante es esa división entre buenos y malos, donde cada quien se coloca de acuerdo a su forma de pensar y analizar la situación. Yo creo que México es mucho más que su clase política, bastante mediocre en estos tiempos.

Aquí van unos puntos que creo son dignos de analizar:

1.- En lo personal no me gustó eso de la Cuarta Transformación desde la primera vez que la escuché. Me parece que crea confusión y pone presión al interior del gabinete. La meta principal debería ser que el País camine mejor, que se solucionen los problemas de corto plazo y crear un plan real de Gobierno hacia al futuro. El Plan Nacional de Desarrollo es un compendio de buenos deseos, donde no se especifican con claridad los cómos para lograr cada objetivo. Una transformación, en caso que el Presidente hable de un punto de quiebre en nuestra historia, debería ser la consecuencia, lo que dicte la historia, no algo que se decide de antemano. Con el paso de los años se detectan los grandes cambios, los momentos en que sucedieron y así queda documentado. Poner una transformación como meta mueve el foco de un Gobierno, lo convierte en ambicioso y ahí se cometen muchos errores. Insisto, la transformación debería ser la consecuencia histórica, no la meta.

2.- Esa insistencia en que todo lo que se hizo está mal y que la corrupción vive en cada político y funcionario público mexicano del pasado es otro error. Bueno, hay excepciones, como Bartlett, Ebrard y compañía que parecen haberse purificado milagrosamente. Es cierto que han pasado muchas ratas inmundas por los puestos más altos y han saqueado el País, pero no son todos ni siquiera creo que sean la mayoría de los funcionarios. Conozco gente muy capaz y honesta de diferentes gobiernos (de diferentes partidos), que son mayoría sobre los que de repente se han enriquecido y hasta son “admirados” por su enorme fortuna. Esa forma de pensar ha llevado a cancelar programas muy útiles, como las estancias infantiles, con el pretexto de que había miles de “niños fantasma” y es hora que no ofrecen un solo nombre. El Coneval también está pagando los “platos rotos”, aunque suena más a un movimiento hábil para evitar que se mida adecuadamente los índices de pobreza y descubran el fracaso (si así sucediera) de los nuevos y “maravillosos” programas sociales. La última novedad fue dejar sin Internet a la UNAM y 35 campus, amén de otros centros educativos de todo el País. Cancelaron algo llamado Red Univa, harán licitación y de aquí a septiembre háganle como quieran o puedan, así que están improvisando enlaces digitales mientras otorgan una nueva concesión.

3.- Parece enfermiza la búsqueda de enemigos. Ya hasta la prensa que no alaba al Presidente es enemiga de México. ¿Dónde hemos escuchado eso? Sí, en los gobiernos totalitarios, que han sido un fracaso en diferentes partes del mundo. Ahora resulta que hay que estar de acuerdo con la 4T para ser buenos mexicanos. Hace poco AMLO nos “informó” que el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, era idéntico a Agustín Carstens y José Antonio Meade, lo cual parece ser nefasto para él y sus seguidores. Los enfrentamientos con periodistas en las famosas “mañaneras” ya son recurrentes, con “clases de periodismo” de por medio, donde dice que el nuevo papel de la prensa es dejar de ser conservadora y estar de acuerdo en cada decisión tomada por la 4T.

4.- La falta de contrapesos, de liderazgos reales nos está afectando. Salvo casos contados, como Coparmex, no hay muchos sectores que digan de manera consistente lo que piensan, que señalen lo que no les parece correcto. Lo más lamentable es que al interior del mismo gabinete presidencial parecen no existir las voces discordantes (algo tan necesario) y los que se han atrevido tuvieron que renunciar.

Habrá quienes no estén de acuerdo, porque estamos en un momento de polarización, pero así es como se ve el panorama desde esta “trinchera fifí”.

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