El pueblo hebreo, otra vez blanco de tiro
Se cumplen hoy seis días del sorpresivo ataque masivo a miembros de la comunidad hebrea en las arenas de Bondi Beach en la ciudad de Sydney, Australia.

Se cumplen hoy seis días del sorpresivo ataque masivo a miembros de la comunidad hebrea en las arenas de Bondi Beach en la ciudad de Sydney, Australia.
Los detalles más sobresalientes del acto terrorista han sido ya expuestos pero en síntesis diremos que dos individuos, padre e hijo de apellido Akram, aparentemente inspirados por la ideología del Estado Islámico, dispararon minutos antes de las 7:00 de la tarde, cuando todavía no caída del Sol y había más que suficiente luz, sobre un nutrido grupo de familias judías reunidas en ese sitio para celebrar la “Hannukah” o festividad de las luces (foto), con un saldo de quince personas fallecidas de entre los aproximadamente mil adultos y niños allí congregados así como el fallecimiento también de uno de los sospechosos del crimen, el padre, de 50 años de edad y entre las decenas de heridos se en encuentra el hijo, de 24.
El primer ministro de Australia declaró que detrás del atentado hubo una motivación por parte del Estado Islámico. En realidad durante los últimos años no mucho se ha hablado en los medios sobre las acciones de este género a manos del Estado Islámico; pareciera que la reciente trágica guerra en la Franja de Gaza habría sido ya suficiente como para seguir echándole aún más leña al fuego al ya crónico conflicto entre Israel y Hamás y otros grupos islámicos radicales.
El análisis de diversos comentarios y opiniones vertidas en la prensa mundial sugiere que el Estado Islámico como accionador de terrorismo se niega a desaparecer después de la derrota finalmente sufrida en el conflicto de Siria e Iraq a pesar de haberse hecho allí de un territorio enorme, de más de 90 mil kilómetros cuadrados.
Prueba de su anhelada recuperación de poder el Estado Islámico en 2017 se adentró y “ocupó” una región de Filipinas asediando durante cinco meses a la ciudad de Marahui, y logró una intensa penetración y establecer una base de entrenamiento estratégico y aleccionamiento ideológico para mantener viva la llama de su ideario ideológico, suficiente como para propagarse de nuevo, y pese a las acciones militares del Gobierno filipino la organización terrorista no ha sido erradicada por completo de esa región pues hace apenas dos años el grupo operó un atentado con detonación de explosivo durante una misa católica en la Universidad de Mindanao provocando varias muertes.
Este tema relativo al Estado Islámico es muy relevante pues las investigaciones de la inteligencia australiana después del atentado a los hebreos en Bondi Beach, indican que los Akram -padre e hijo- habían viajado recientemente a Filipinas donde estuvieron por aproximadamente un mes.
Y eso no ha sido todo, pues hace pocos meses un terrorista suicida aparentemente relacionado con el Estado Islámico cometió su ataque final en una iglesia ortodoxa en Damasco, Siria, matando por lo menos a una veintena de personas.
El asunto es que no hay manera de decir que de seguro la guerra actual en la Franja de Gaza con la devastación y destrucción de la región será suficiente para calmar las acciones violentas del radicalismo islámico, antes al contrario, todo indica que persisten grupos con la intención de perpetuar el conflicto islámico-hebreo e incluso llevarlo cíclicamente a graves niveles.
No hay manera de que uno, estando por acá lejos, pueda pensar que lo que ocurre en nuestras antípodas nunca nos llegará.
Es ingenuo creer que los conflictos locales nunca pasarán de ser locales.
Las ideologías cada vez se ven más convencidas de que sin el poder político tienen alto riesgo de extinguirse, y qué claro está que en América Latina continúan -y por lo visto crecen- evidencias de que es desde el ejercicio duro, rígido y con frecuencia tramposo de la autoridad pública, desde donde se impone sobre el pueblo una sola manera de pensar.
A este propósito, la República de Chile, es en nuestra región y a últimas décadas, una emblemática excepción al respecto.
Jesús Canale
Médico cardiólogo por la UNAM.
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