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Mariguana: EE.UU cobra, México paga

En Estados Unidos... Un ajuste selectivo. Mano durísima contra los opioides sintéticos; apertura regulatoria y fiscal ante la mariguana.

Eduardo Ruiz-Healy

El martes pasado Donald Trump dijo que su Gobierno está “considerando muy seriamente” reclasificar la mariguana para que deje de ser tratada por el Gobierno federal como una de las drogas más peligrosas y sin valor médico aceptado. La frase bastó para disparar acciones de empresas de mariguana: Cresco Labs subió 34.9%; Tilray, 27.5%; Green Thumb, 14.7%; Trulieve, 14.1%; SNDL, 11.9%; Canopy Growth, 10.0%; Aurora Cannabis, 8.0%; Cronos Group, 3.6%.

Lo anterior no significa que Estados Unidos esté “suavizando” su política de drogas en general. Apenas un día antes clasificó al fentanilo como arma de destrucción masiva y lo subió al rango de seguridad nacional. Lo que está haciendo es otra cosa: Un ajuste selectivo. Mano durísima contra los opioides sintéticos; apertura regulatoria y fiscal ante la mariguana. Esa combinación revela pragmatismo: Castigo máximo a lo que mata en masa; normalización de lo que puede regularse y cobrarse.

Mientras la mariguana sea tratada como una sustancia “extrema”, las empresas no pueden deducir gastos básicos -renta, salarios, electricidad, logística- aunque operen legalmente conforme a las leyes estatales. En la práctica, pagan tasas efectivas que pueden alcanzar o superar el 70 %. Si la reclasificación avanza, ese castigo desaparece. No es una legalización total, pero sí un cambio radical: Balances que hoy sangran podrían volverse rentables de un día a otro.

Hay también un objetivo de mercado: El mercado legal de mariguana en EE.UU vale entre 35 mil y 45 mil millones de dólares, mientras el mercado ilegal se mueve entre 30 mil y 40 mil millones. ¿Por qué sigue vivo el mercado negro? Por precios inflados por impuestos estatales (30%-45%) y por la imposibilidad de comerciar legalmente entre estados: Sobreoferta en California que no puede venderse donde hay demanda, como Nueva York, y termina filtrándose al mercado ilícito. Si baja la carga federal, baja el precio legal. La apuesta es desplazar al narcomenudista con competencia, no con fusiles.

México, en cambio, sigue en lo mismo, gastando valiosos recursos económicos, materiales y militares combatiendo a la hierba pese a que el negocio tradicional de la mariguana mexicana ya colapsó: El kilo en la sierra pasó de unos 100 dólares hace una década a 15-20 dólares hoy; a veces ni conviene cosechar. Y el volumen se derrumbó: En 2011 la Patrulla Fronteriza incautaba alrededor de 1,134 toneladas; hoy las incautaciones cayeron 94%, a menos de 68 toneladas. El consumidor estadounidense dejó la “brick weed” y se movió a flor de alta potencia cultivada con hidroponía en California o Colorado. Los cárteles migraron a otros negocios, como el fentanilo, las metanfetaminas y la extorsión.

Aun así, México mantiene congelada la regulación de la mariguana y constitucionalizó la prohibición de los vapeadores, creando un mercado negro masivo de productos chinos sin control sanitario y sin recaudación. La factura es brutal: Regular mariguana permitiría recaudar hasta 22,000 millones de pesos anuales (IEPS e IVA); vapeadores, otros 11,000 millones. Total: 33.000 millones al año entregados al crimen organizado. Así. México paga los costos de la prohibición sin cobrar ninguno de sus beneficios.

Versión ampliada y materiales complementarios en ruizhealy.substack.com

Eduardo Ruiz-Healy

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