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Dejarse engañar

... el populismo en el poder fomenta la división social, gremial o partidaria, atomiza la crispación social, pervierte y reprime las protestas ciudadanas.

Joaquín  Robles Linares N

Las actividades empresariales fueron el motor que mantuvo la economía nacional a pesar de la virulencia de la Revolución mexicana, el dinamismo mercantil nunca se suspendió.

Las administraciones posrevolucionarias enfrentaron contradicciones, para algunos gobiernos era la oportunidad de estimular la economía incentivando la producción, para otros las demandas obreras y campesinas eran la ruta.

Esta ambivalencia marcó al régimen, se creaban instituciones financieras de crédito y de fomento, también se favorecía el reparto agrario y se privilegiaba la senda sinuosa de las componendas.

Emergieron dirigentes empresariales que defendieron a sus agrupaciones incidiendo en las políticas públicas, los gobiernos navegaron con cautela entre las dos orillas de aquel torrente ideológico.

Esta relación se quebró a partir de 1970, la Presidencia de Luis Echeverría derivó en un populismo exacerbado, se crearon más de 500 empresas paraestatales, la ecuanimidad hacendaria se perdió, la megalomanía y el desorden lo invadió todo.

El asesinato de Eugenio Garza Sada en 1973 agudizó el enfrentamiento, los líderes empresariales alcanzaron un valiente protagonismo mientras el régimen acababa en un caos, con López Portillo la deriva nacionalista, despilfarro y la ostentación del poder corrompió todo:

“El desprestigio, la incertidumbre y la desconfianza social en los políticos y el Gobierno se extendieron con la nacionalización de la banca, una medida discutible en cuanto a sus efectos económicos pero con claros objetivos políticos para demostrar el poder del Estado”. ( Historia Mínima del PRI, Rogelio Hernández Rodríguez. El Colegio de México).

Hoy regresamos al entorno adverso, el populismo en el poder fomenta la división social, gremial o partidaria, atomiza la crispación social, pervierte y reprime las protestas ciudadanas.

Con todo el poder del Estado, un importante número de ciudadanos no se han dejado convencer por esta estrategia y mantiene su espíritu opositor, más allá de partidos o corrientes ideológicas.

El empresariado ha sido dividido utilizando a los beneficiarios del régimen como Carlos Slim -de quien los mexicanos no somos clientes sino tributarios-, un privilegiado ventajoso del obradorismo.

La existencia de esquiroles empresariales se explica por la pusilanimidad de los dirigentes legítimamente elegidos, el servilismo demostrado en estos años es manifiesto, ante esta conducta los negociantes afines al Gobierno pierden toda vergüenza.

El dirigente de Coparmex se declara listo para ayudar en la negociación del Tratado de Libre Comercio, cuando todavía no empieza y no le han solicitado su ayuda, quienes sí claman auxilio son transportistas o usuarios de pozos afectados por la nueva Ley de Agua, así como profesionistas, comerciantes o pymes a los que el SAT a partir de enero tratará como delincuentes.

En 1959 Fidel Castro gozaba del dinero de los capitalistas, Carlos Llopis, empresario español quien narra en un libro: “Fidel nos engañó a todos, puse dinero, pero sin saber para qué. Cuando pude se lo pregunté a Zapico, quien me informó de que aquel dinero era una contribución para los grupos guerrilleros de Fidel Castro”. (El País, octubre 2010).

Las instituciones en México han sido arrasadas por el populismo desnaturalizándolas, lo que no se advierte es que las organizaciones empresariales también, su mediocridad y nula combatividad son la prueba, han sido coparticipes de la demolición democrática:

“Las propias democracias que, por apatía, inconciencia, frivolidad, cobardía o ceguera, habían colaborado irresponsablemente con su adversario en labrar su ruina”. (El Polemista Arriesgado. Catorce Asedios Liberales a Mario Vargas Llosa).

Siete años de colaboración sin un sólo dirigente empresarial que haya alzado la voz por los afectados.

No es tiempo de cobardía, habrá que recordar la experiencia del empresario español y advertirles: No es lo mismo que te engañen a dejarse engañar.

Joaquín Robles Linares

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