‘Cállate, cerdita’
Las palabras importan, y suelen decir más de quien las dice que de quien las escucha.

JORGE RAMOS
“Toda crueldad nace de la debilidad”, SÉNECA.
Las palabras importan, y suelen decir más de quien las dice que de quien las escucha. En los últimos días hemos visto a un Presidente enojado e irritable insultar a miembros de la prensa por sus preguntas. Y esos insultos dicen mucho más de él que de los periodistas que sólo hacen su trabajo.
“Cállate, cállate, cerdita”, le dijo recientemente el presidente Donald Trump a una periodista de Bloomberg que quería saber por qué no hacía públicos los documentos que detallan los crímenes sexuales y los nombres de los cómplices de Jeffrey Epstein, el pederasta y ex amigo de Trump. Cualquier director ejecutivo de una empresa podría perder su trabajo por insultar de esa manera a uno de sus empleados, contratistas o visitantes.
De igual manera, las palabras del Presidente fácilmente podrían suspender a un estudiante de la escuela. “¿Eres estúpida? ¿Eres una persona estúpida?”, le dijo Trump en la Casa Blanca a una reportera de la cadena CBS que le preguntaba sobre la manera en que entró a Estados Unidos el afgano que le disparó en Washington a dos miembros de la Guardia Nacional. Trump ha culpado de su entrada al país al Gobierno de Joe Biden, su predecesor.
“Fea, por dentro y por fuera”. Así calificó el Presidente a una corresponsal del diario The New York Times que había escrito un artículo sobre las señales de fatiga en el gobernante de 79 años. Aunque a veces se ve incansable, el mandatario parece estar cada vez más irritable e inflexible, y últimamente se le grabó con los ojos cerrados en una reunión con su gabinete. Eso es edad, más estrés y falta de sueño. Nadie se salva.
Trump dijo que la corresponsal de ABC News, Mary Bruce, era “una terrible persona y una terrible periodista” por hacerles preguntas incómodas a él y al príncipe heredero de Arabia Saudita, quien fue acusado por la CIA de ordenar el asesinato del columnista Jamal Khashoggi en el 2018. Y algo parecido le ocurrió a una reportera de NBC News cuando cuestionó la aseveración de Trump de que las cosas estaban más baratas en el pasado Día de Acción de Gracias. “Eres ‘fake news’ [noticias falsas]”, le dijo.
Hay varias cosas en común en todos estos ataques a la prensa. Primero, es que son machistas y sexistas; todos dirigidos a mujeres. Segundo, es que Trump utiliza el insulto como una distracción para evitar contestar las preguntas. Tercero, es que hay una gravísima falta de solidaridad entre los reporteros que presenciaron esos encuentros y que, en protesta, debieron quejarse públicamente o salir en grupo de la conferencia de prensa.
Y cuarto, que el uso de groserías por parte del Presidente sugiere que nos encontramos frente a alguien cada vez más vulnerable e incapaz de controlarse. Algo está cambiando en la Casa Blanca. La imagen de invencible del Presidente se está arrugando.
El Presidente, creen algunos, ya es un “pato cojo” (o “lame duck”, como le dicen en inglés). Este es un término que define a los gobernantes que han llegado al límite de su capacidad, que están envueltos en mentiras y problemas, y que, por lo tanto, son frecuentemente inefectivos.
Trump ha dejado de ser Trump. No ha podido controlar la inflación, terminar con la guerra en Ucrania, sacar a Nicolás Maduro del poder en Venezuela, ni evitar que el Congreso ordene la publicación de los archivos del criminal sexual Epstein.
El talento de Trump -que lo llevó a la Presidencia en las elecciones de 2016 y 2024- era entender con claridad lo que quería su base de votantes y ejecutar con audacia. Lo que más querían sus votantes era mejorar su situación económica, y eso no ha pasado. De hecho, lo opuesto ha ocurrido, y el término político de moda es “affordability”, o abaratar el costo de la vida. Eso tiene herido el ego del Presidente.
A Trump le quedan más de tres años en la Presidencia, y todavía puede hacer mucho daño. (Basta con ver el trato inhumano que le está dando a los inmigrantes con las redadas y sus planes de limitar drásticamente la entrada de nuevos extranjeros.) Sus palabras son cada vez más vulgares e insultantes. Y las palabras suelen predecir la acción. Mientras tanto, lo que sí está claro es que Trump es todo lo que no queremos que sean nuestros niños.
Posdata de aniversario: El partido Morena está celebrando sus siete años desde que llegó al poder en México. Sus dos principales logros han sido la reducción de la pobreza extrema y el control político del País, con mayorías en el Congreso, los estados y las cortes.
Esto último, desde luego, amenaza a la frágil y joven democracia mexicana. Pero el gran fracaso de Morena sigue siendo su incapacidad para controlar la violencia. Durante los últimos siete años han asesinado a más de 185 mil mexicanos (159,997 homicidios dolosos en el sexenio de ex presidente Andrés Manuel López Obrador y 25,848 en el primer año del Gobierno de Claudia Sheinbaum). Lo peor de todo es que el partido en el poder no reconoce que su política de “abrazos, no balazos” ha hecho tanto daño a México. Y si no ves, no sabes a dónde vas.
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