El clasismo de la 4T
Cuando se trata de reunirse con los capitalistas, la 4T es clasista.

Juegos de poder
Cuando se trata de reunirse con los capitalistas, la 4T es clasista.
Privilegian al gran capital discriminando a los micro, pequeños y medianos empresarios.
Tanto López Obrador como Sheinbaum han integrado consejos empresariales con los titanes de la economía nacional. Además, frecuentemente se juntan, en privado, con el Consejo Mexicano de Negocios (CMN) que integra a los 57 dueños de las corporaciones más grandes del País.
Los dos presidentes de la 4T han creído que la economía crecerá si convencen al gran capital nacional.
Se equivocan.
Primero porque las 50 empresas mexicanas más grandes representan una porción minoritaria de la economía. Difícil calcularlo porque no todas cotizan en la bolsa; algunas son privadas y no publican sus datos.
Sin embargo, de datos oficiales sabemos que las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) representan el 99% de las unidades económicas, contribuyen con más de la mitad del Producto Interno Bruto nacional (una cifra que oscila entre el 50% y el 52%) y son las que más generan empleo: Alrededor del 70% del total, equivalente a 27 millones de personas.
Los gobiernos de la 4T han optado por apapachar a los grandes capitales nacionales desdeñando a la mayoría de la clase empresarial mexicana.
Esta discriminación no se ha traducido en crecimiento económico porque ni AMLO ni Sheinbaum han logrado persuadir a las corporaciones de propiedad extranjera y, sobre todo, a las mipymes mexicanas.
Al privilegiar el diálogo con los grandes capitales nacionales, el Gobierno recibe opiniones sesgadas. A muchos de estos empresarios les conviene quedar bien con las autoridades porque sus negocios dependen de manera crítica del Gobierno.
Algunas son concesiones públicas que siempre tienen que proteger. Otras reciben la mayoría de sus ingresos de venderle bienes y servicios al Gobierno. La operación de muchas está sujeta a todo tipo de regulaciones gubernamentales en materia ambiental, sanitaria, bancaria, inmobiliaria, mediática, etcétera. Hay también las que usan “ingeniería fiscal” para eludir el pago de impuestos y no quieren que el Gobierno se meta a revisar sus cuentas tributarias con lupa.
En suma, su prioridad es cuidar sus negocios, por lo que carecen de incentivos para decirle lo que verdaderamente piensan al Gobierno. Por el contrario, suelen hablarle bonito a los gobernantes.
La 4T carece de una narrativa proempresarial. Erran al pensar que los elogios de los grandes empresarios se traducirán en un incremento en la inversión privada y, por tanto, en el crecimiento.
Lo que urge es que convenzan a los pequeños capitalistas que tienen hambre de crecer sus negocios, pero dudan de hacerlo porque no les gusta ni la retórica anticapitalista ni ciertas acciones que limitan sus derechos frente al Estado.
Tomemos el caso de la reforma judicial. Ahora la 4T controla a los jueces. Los grandes empresarios mexicanos, con las buenas relaciones políticas que tienen, siempre pueden arreglar casos echándole un telefonazo a sus amigos dentro del Gobierno. Logran, incluso, arbitrajes internacionales en conflictos con otro empresario o el Gobierno. Tienen el capital para contratar a los mejores abogados del mundo.
Las mipymes no. Son más vulnerables a posibles abusos de poder por parte de las autoridades de la 4T ahora que controlan al Poder Judicial.
La 4T critica a los neoliberales por clasistas. Coincidentemente, esos gobiernos también privilegiaban el diálogo con el gran capital nacional discriminando a la mayoría de la clase empresarial. En este sentido, nada ha cambiado en México desde 2018.
Más que ver a la Presidenta integrando consejos empresariales con los “sospechosos usuales” o departiendo con el CMN, debería reunirse con, por ejemplo, los centros empresariales de la Coparmex. Este sindicato patronal reúne a 36 mil empresas, la mayor parte mipymes. Ahí están los dueños de un pequeño laboratorio, una comercializadora de llantas, una estética, inmobiliaria, restaurante o mueblería.
Ésos que no consiguen créditos bancarios y luchan por completar la nómina cada quincena.
Ésos conocen mejor los problemas de la economía, no los grandes empresarios que son privilegiados.
Bien haría la 4T en acercarse a ellos. El problema es que los visualizan como “adversarios” por la vieja asociación que existió entre algunos centros de la Coparmex con el Partido Acción Nacional. Se equivocan. La realidad es que existe una gran pluralidad política en los micro, pequeños y medianos empresarios.
Celebro que a la presidencia del Consejo Coordinador Empresarial haya llegado precisamente el ex presidente de la Coparmex, José Medina Mora. Creo que hará una mejor labor de revelar las opiniones de los empresarios al Gobierno de lo que hizo Francisco Cervantes, no representante del gran capital, sino del gran capitalista nacional.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann
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