Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna México

Humor dominical

El doctor Duerf, siquiatra, terminó su sesión número 722 con la paciente, y le indicó: “La próxima semana trabajaremos con el inconsciente”. Replicó la señora: “No creo que mi marido quiera venir, doctor”.

. Catón

“Hay cinco clases de orgasmos femeninos” -declaró el conferenciante. Y seguidamente pasó a enumerarlos y describirlos: “El primero es el orgasmo gozoso. En él dice la mujer al alcanzar el éxtasis: “¡Qué rico! ¡Qué sabroso! ¡De Saltillo tenías que ser, papito!”. El segundo es el orgasmo doloroso. La sensación de intenso placer hace que, paradójicamente, en el rostro de la dama aparezca una expresión como de dolor o sufrimiento. El tercero es el orgasmo asertivo, también llamado afirmativo o positivo. La mujer llega al culmen del acto y exclama con deleite: “¡Sí, sí, sí!”, o: “¡Yea, yea!”, en el caso de saber inglés. El cuarto es el orgasmo religioso. En él la mujer que siente el máximo deliquio grita: “¡Dios mío! ¡Dios mío!”. Finalmente, el quinto orgasmo es el fingido”. Aquí el hombre se detuvo. Entre el público un tipo alzó la mano: “¿Cuál es ése?”. Le preguntó el disertante: “¿Cómo se llama usted?”. Respondió el otro: “Tulipo”. Y definió el conferencista: “El orgasmo fingido es cuando la mujer dice: ‘Ya me hiciste terminar, Tulipo’”.

En el Bar Ahúnda comentó Empédocles Etílez: “Mi esposa y yo somos totalmente incompatibles. Ella no me aguanta a mí cuando estoy ebrio, y cuando estoy sobrio yo no la aguanto a ella”. En modo contrario, cierto joven marido decía que su mujer y él habían logrado una absoluta compatibilidad. Explicaba: “A mí me encanta el sexo, y ella hace cualquier cosa con tal de no tener que cocinar”.

El doctor Duerf, siquiatra, terminó su sesión número 722 con la paciente, y le indicó: “La próxima semana trabajaremos con el inconsciente”. Replicó la señora: “No creo que mi marido quiera venir, doctor”.

En el lecho conyugal, en el momento del amor, el marido le dijo con hosco acento a su mujer: “Me casé contigo para toda la vida, pero tú no demuestras ninguna”. Himenia, célibe de 39 años de edad cumplidos varias veces, le contó a su amiguita Celiberia: “Los novios que tuve fueron unos ángeles”. “¿Muy buenos?” -inquirió Celiberia. “No -aclaró Himenia-. Fueron unos ángeles porque todos volaron”.

Un tipo le comentó a otro: “Esta Navidad voy a hacerle a mi señora un regalo sorpresa. Ella espera un coche, y le voy a regalar una plancha”.

Don Cucurulo, señor de muchos años -a la ochentena se acercaba ya-, casó con Tetonina, mujer en flor de edad que contaría a lo más 40 abriles. Hay mujeres que se casan por inocencia, otras por inconsciencia, y algunas más por indigencia. En este último caso se hallaba Tetonina, que desposó a don Cucurulo porque a más del don tenía el din, y eso lo hacía casadero. Mayúscula sorpresa se llevó la damisela. En la noche nupcial su provecto marido le hizo el amor no una vez, ni dos, sino tres veces, y eso con notable empuje y bizarría, tal como si tuviera 20 años. Asombrada, y al mismo tiempo feliz y satisfecha, Tetonina tomó de inmediato su celular y le dijo al cumplido galán: “Voy a llamar a mi mamá. No quería que me casara contigo. Decía que a tu lado no conocería yo los goces del amor. Le diré que me lo acabas de hacer tres veces seguidas”. Don Cucurulo le sugirió: “Todavía no la llames. Espera al score final”.

La hermana Sister, guapa feligresa de la Iglesia de la Quinta Venida (no confundir con la Iglesia de la Quinta Avenida, que permite a sus fieles el adulterio a condición de que no incurran en él más de dos veces al mes), la guapa hermana Sister, digo, dio testimonio en el servicio dominical. Puesta en pie dijo a la congregación: “Ayer estaba yo en brazos del demonio. Hoy me encuentro en brazos del Señor”. Del fondo del templo se escuchó una voz masculina: “¿Y qué planes tienes para mañana?”. FIN.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados

HISTORIAS