Tatuaje: Otrora estigma, hoy aceptada ostentación

CRITERIO

Décadas atrás el tatuaje fue un distintivo de mal gusto, propio casi sólo de varones marineros, tipos de barriada, golpeadores, clasemedieros de malas costumbres, drogadictos y pandilleros.

Hoy es marca distinguida de mujeres y hombres jóvenes, artistas, profesionales, exitosos y acaudalados deportistas, entre otros. Además, el tatuaje es hoy un sector industrial creciente, de ventas e ingresos incalculables.

El tatuaje, otrora mal visto hoy es el accesorio corporal más expansivo. Increíble, pero poco más de la tercera parte de los pobladores del mundo portan algún tatuaje.

En Italia prácticamente 50 de cada 100 personas tienen uno, en Suecia 47, en los Estados Unidos 46; alrededor del 30% de los mexicanos tienen al menos un tatuaje siendo uno de los países latinoamericanos con mayor porcentaje y en este momento se dedican en nuestro País al oficio de tatuador al menos ocho mil individuos. En países orientales el tatuaje no es tan solicitado, por ejemplo en los países islámicos o en Japón el acceso al tatuaje puede estar incluso restringido.

Es interesante saber que casi la mitad de las personas con tatuaje se encuentran entre los 30 y 49 años de edad. Tradicionalmente el tatuaje prevalece más en el varón pero hay países, por ejemplo los Estados Unidos y el Reino Unido, en los que las mujeres abonan una porción muy significativa.

Aunque el tatuaje es aún más común en pobladores de ingresos modestos —pues el 43% de éstos se tatúan— el 20 a 25% de las personas de mayor nivel de ingresos también lo hacen en la actualidad.

Tradicionalmente los sitios del cuerpo más elegidos para tatuarse han sido los hombros, brazos y antebrazos, que son sitios obviamente visibles, pero en tiempos más recientes el tatuaje sobre el pecho, espalda, cuello e incluso cara ha venido siendo más frecuente, e incluso los hay de cuerpo entero, pero a la vez también prolifera el tatuaje en sitios que, si bien son visibles, lo son menos, por ejemplo alrededor del tobillo o la parte más baja de las piernas.

Prevalecen aún los tonos oscuros de grises a negros, pero crece el número de solicitantes de tatuajes en color siendo los más utilizados el rojo, amarillo o verde.

Si bien décadas atrás lo clásico fueron las figuras de sirenas, cuerpos o rostros de mujeres de larga cabellera, así como letreros con nombres propios y fechas con algún significado especial, hoy la diversidad de imágenes es prácticamente infinita quizás prefiriéndose en algunos ambientes las de serpientes, diversas deidades, extensos textos e imágenes religiosas.

Ya no es posible saber si el tatuaje es solo un tema cosmético o bien una expresión de mayor contenido simbólico e incluso de identidad como ha ocurrido, por ejemplo, en grupos de pandilla que comparten entre sus tatuajes alguna misma imagen alusiva a la pertenencia a un determinado grupo. Toda esta significación permite interpretar que el tatuaje suele ser algo más que un adorno o un accesorio cosmético.

Por otra parte, el tatuador y el candidato a tatuarse deben saber que cada tatuaje conlleva sus riesgos, entre éstos: inflamación, comezón y dolor en el sitio de aplicación, infección local o extendida ya sea por alguna bacteria o un virus -por ejemplo, hepatitis-; alergia, cicatrización queloide o de borde grueso. Se ha hablado también de la posibilidad de sustancias cancerígenas entre las decenas de componentes de las tintas así como el riesgo de generación de enfermedades crónicas y complejas de la piel como la psoriasis, sarcoidosis y otras.

Las tintas roja y amarilla pueden causar reacción con la exposición al Sol; en otros casos hay probabilidad de intoxicación por metales pesados.

El tatuaje es ya un fenómeno cultural en extensión: belleza, simbolismo, pertenencia e identidad en un solo accesorio corporal, de acuerdo, pero el candidato debe estar convencido de la higiene y precauciones del tatuador así como de los riesgos inherentes al procedimiento.