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Crecimiento mínimo, recortes máximos

El Gobierno asegura que la economía crecerá 2.3% en 2025 y que el año será de estabilidad y continuidad. Los datos dicen otra cosa.

Eduardo Ruiz-Healy

El Gobierno asegura que la economía crecerá 2.3% en 2025 y que el año será de estabilidad y continuidad. Los datos dicen otra cosa. Los informes más recientes del Inegi, la OCDE, Hacienda y Banxico coinciden en que el País llega a 2026 con una economía débil, finanzas públicas rígidas, inversión privada contenida y un deterioro silencioso del bienestar.

La OCDE estima que el PIB crecerá apenas 0.7% en 2025 y 1.2% en 2026, mientras Banxico redujo su pronóstico del próximo año a 0.3%. Frente a ese rango de 0.3%–0.7%, el 2.3% usado por Hacienda deja un hueco fiscal: Si la economía crece menos, se recauda menos y se reduce el margen para sostener servicios públicos, invertir o responder a choques externos.

El contexto internacional tampoco ayuda. El crecimiento global se desacelera, las tensiones comerciales aumentan y los aranceles impuestos por Estados Unidos presionan el T-MEC y las cadenas de valor. El superpeso encareció las exportaciones y redujo los ingresos en pesos. México no llega a ese escenario como una economía fuerte, sino como un país que arrastra décadas de bajo crecimiento y cierra 2025 con su mayor desaceleración desde la pandemia.

El segundo obstáculo es fiscal. Para 2026, alrededor del 31% del gasto ya está comprometido en intereses de la deuda, pensiones y participaciones. La deuda pública ronda el 49.9% del PIB. En los hechos, el déficit heredado del sexenio de AMLO lo pagan hoy los mexicanos mediante los ajustes al gasto que la presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido que aplicar, con recortes en salud, medio ambiente, infraestructura y programas de inversión.

El sector privado tampoco despega. El Indicador de Confianza Empresarial se mantiene desde hace meses por debajo de 50 puntos y la construcción lleva más de un año en terreno negativo. La reforma judicial, el debilitamiento de los órganos reguladores, la falta de claridad en la política energética y la revisión del T-MEC frenan nuevos proyectos de inversión de las empresas.

Mientras tanto, las remesas, motor esencial del consumo, ya muestran fatiga. El flujo empieza a disminuir y, con el superpeso, cada dólar vale menos en México. Las familias reciben menos en pesos justo cuando el gasto en salud aumenta debido a los recortes públicos y deben pagar consultas y medicamentos. El deterioro del bienestar avanza en silencio.

En este contexto, surge el debate sobre el salario mínimo para 2026. Diversas estimaciones apuntan a un aumento cercano al 12%, que llevaría el salario general a 309.50 pesos diarios y en la Frontera Norte a 465.90 pesos. El beneficio real dependerá de que la inflación se mantenga bajo control y que el empleo formal avance lo suficiente para que más trabajadores reciban efectivamente ese ingreso.

Con este panorama, la conclusión es clara: México entra a 2026 con un gobierno que necesita recaudar como si la economía creciera 2.3% cuando en realidad crecerá 1%. El periodo del gasto expansivo quedó atrás y la prioridad será administrar la escasez y evitar que los desequilibrios terminen convirtiéndose en crisis política. En los hechos, el país llega al nuevo año bajo una ecuación que lo resume todo: crecimiento mínimo, recortes máximos.

Versión ampliada y materiales complementarios en ruizhealy.substack.com

EDUARDO RUIZ-HEALY

eduardoruizhealy@gmail.com

@ruizhealy

ruizhealytimes.com

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