México enojado
Algo no cuadra. ¿Cómo es posible que uno de los países más felices del mundo esté tan enojado?

Algo no cuadra. ¿Cómo es posible que uno de los países más felices del mundo esté tan enojado? La respuesta es que siguen matando y desapareciendo a muchísimos mexicanos, y el Gobierno no lo puede parar. Y así nadie puede ser totalmente feliz.
La ONU, Gallup y la Universidad de Oxford pusieron a México en el lugar número 10 entre las naciones más felices del mundo, según el Informe Mundial de la Felicidad 2025. Pero, al mismo tiempo, una rápida búsqueda con inteligencia artificial en Google Gemini te indica que en el primer año de Gobierno de la presidencia de Claudia Sheinbaum asesinaron a más de 25 mil mexicanos. (Fuentes: Una influyente estación de radio dice que fueron 26.427 homicidios dolosos y feminicidios, mientras que una cadena de periódicos indica que se reportaron 25.848 asesinatos sin contar los feminicidios. Como quiera que sea, es una tragedia nacional).
Al Gobierno no le gusta llevar la cuenta total de los muertos. Al menos, no en público. Prefiere hablar de porcentajes. Por eso la presidenta presumía el otro día de que se había reducido en un 37% los homicidios dolosos de septiembre del 2024 a octubre del 2025. En lugar de tener 86 asesinados por día, ahora eran 54. “¿En qué consiste la estrategia?”, se preguntó la presidenta durante una mañanera. “La primera, la atención a las causas… y la otra, cero impunidad”. Pero me llamó la atención que en todo el comunicado oficial en ninguna parte aparece el número total de muertos durante su primer año de Gobierno.
Lo entiendo como una estrategia de comunicación: Enfatizas lo positivo y escondes lo negativo. Pero el problema de fondo es que no puedes esconder a los muertos en México. Están por todos lados.
En los últimos doce meses han asesinado a 10 alcaldes o presidentes municipales en funciones. Nadie los puede proteger. El caso más sonado y que sigue causando indignación es la muerte de Carlos Manzo, quien fue abatido por un joven de 17 años mientras el alcalde estaba custodiado por catorce miembros de la Guardia Nacional. Manzo, anteriormente, había cuestionado la estrategia de seguridad a nivel nacional y advertido de las amenazas en su contra. Si a él lo mataron con catorce guardias y otro equipo de escoltas, entonces nadie está a salvo en México.
El secretario de la defensa nacional, el general Ricardo Trevilla, en extrañas declaraciones, dijo que “el protocolo de nosotros, de la Guardia Nacional, no falló”. Pero basta con resaltar lo obvio: Si el protocolo hubiera funcionado, Manzo estaría vivo.
Desde lejos, veo a un México enojado. Es cierto que, conforme pasan los años, uno se desconecta de la realidad en México. Lo admito. Sin embargo, hay hechos inocultables. Vi, como muchos, los reportes de la reciente marcha de la generación Z al Zócalo. Y a pesar de los injustificables hechos de violencia de unos pocos, existe un clarísimo malestar y rabia por los asesinatos, los miles de desaparecidas, las extorsiones y la incapacidad del Estado de controlar las zonas del País que están en control de los narcocarteles.
Y en lugar de reconocerlo, el Gobierno niega las gigantescas dimensiones de la violencia, se burla de la oposición y de los jóvenes por no llenar el Zócalo y vuelve a culpar (¿cuántas veces lo va a hacer?) a presidentes anteriores por lo que el partido Morena no ha podido corregir en siete años. Los países que verdaderamente avanzan han logrado consensos entre el Gobierno y la oposición sobre los temas más vitales. Creo que todos estamos de acuerdo que el problema más urgente de México es la violencia. Aunque no veo ninguna voluntad política para atacarla sin partidismos.
Hizo mucho daño la política de “abrazos, no balazos” que impuso récords de asesinatos durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador y dio muchos espacios al crimen organizado. Hay partes de México que son ingobernables en Michoacán, Sinaloa, Oaxaca y Guerrero, por mencionar solo cuatro estados. Pero ahora lo más grave es que, por una cuestión de lealtad y de continuidad, la actual presidenta no se atreve a denunciar lo que falló. Y si no logramos identificar y nombrar el problema, será imposible encontrarle una solución.
Esto nos deja con un México dividido, violento y enojado. Así es la vida en uno de los países más felices del mundo.
Posdata/Lección de periodismo: La principal responsabilidad social de los periodistas es cuestionar a los que tienen el poder. Y eso es precisamente lo que hizo Mary Bruce, la corresponsal de la cadena ABC en la Casa Blanca. Cuando se encontró con el presidente Trump y con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, los fulminó con sus preguntas. A Trump le preguntó si no le parecía un conflicto de interés recibir al líder de facto de Arabia Saudita cuando sus familiares tenían negocios en ese país. Y al príncipe le recordó que la CIA lo acusó de orquestar el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el 2018. La pregunta fue tan dura y pertinente que el presidente estadounidense pidió que no incomodaran más a su invitado. Lección para los nuevos periodistas: Cuando tengas la oportunidad de hacer una pregunta dura a alguien que tiene mucho poder, hazla. Da miedo y puede haber repercusiones. Pero esta no es una profesión para silenciosos. Si no haces las preguntas difíciles, te arrepentirás el resto de tu vida. ¡Muy bien por Mary Bruce!
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