La nada tiene prisa
Apuesta la oposición a causar el mayor daño posible a la economía y a la mayor cantidad de personas sin tener que poner a prueba su capacidad real de movilización.

ITINERARIOS
La ofensiva golpista de la oposición conservadora y de Salinas Pliego continúa. El objetivo según el magnate que, se sueña otro Milei es, de inmediato, a cualquier costo y sin esperarse a obtener una victoria en las urnas, “sacar al gobierno comunista de Morena”. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Los fascistas, y esa fe ciega han abrazado el PAN y el PRI de la mano del empresario que les financia y amplifica su voz, no saben, no pueden, no quieren jugar limpio. Ningún respeto les merece la voluntad ciudadana expresada en elecciones, libres, limpias y auténticas como lo establece la Constitución.
Desprecian, y están dispuestos a pasar sobre ellos, a castigarles, a los casi 36 millones de mexicanas y mexicanos que al votar por Claudia Sheinbaum Pardo les dieron la espalda. Actúan con una urgencia que es, paradójicamente, criminal y suicida al mismo tiempo.
Uno porque sabe que la justicia está por alcanzarlo y prefiere incendiar el País a pagar lo que debe. Otros porque, sin perspectiva alguna de obtener una victoria por la vía electoral, se han decidido por dinamitar la democracia.
Mentira que las masas se hayan volcado en su apoyo. Así como solo un puñado de provocadores intentó asaltar y quemar Palacio Nacional, hoy, con apenas unos miles de hombres con camiones y tractores, bloquean carreteras en varios estados del País.
Apuesta la oposición a causar el mayor daño posible a la economía y a la mayor cantidad de personas sin tener que poner a prueba su capacidad real de movilización. Sobre demandas legítimas se montan y con ellas enmascaran y defienden, entre otras cosas, el monopolio del agua que controlan.
Haciendo un uso faccioso de las concesiones de televisión que le fueron otorgadas, Salinas Pliego -así como lo hizo en El Zócalo- genera la impresión de que se está produciendo una especie de insurrección popular y de que el país está a punto de estallar.
A los sectores ultraconservadores de Washington envía así un mensaje; vengan, intervengan, salven a México les grita y también en eso miente. Ni a él ni a los conservadores les interesa el país; quieren que los marines les rescaten y les devuelvan sus privilegios.
La desesperación, el fanatismo y la ignorancia -no conocen a este país y menos a su pueblo- les hace creer que con el caos, la violencia y la destrucción que prometen como único destino conquistarán el favor de la gente.
Para ellos y como diría el poeta español Pedro Salinas “la nada tiene prisa”.
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