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Sociedad sin humanidad

Asignaturas como civismo o ética ya no se enseñan en la secundaria y la preparatoria, pues en la educación se privilegia el cientificismo con mengua del humanismo.

. Catón

De política y cosas peores

Lo que en seguida relataré sucedió hace poco tiempo. Bien vistas las cosas todas sucedieron hace poco tiempo. Comparados con la infinita edad del universo acontecimientos como la aparición del hombre sobre la Tierra y la era de los dinosaurios son eventos recientes, no se diga la construcción de las pirámides de Egipto o la guerra de Troya. Le preguntaron a Mao Tse Tung qué pensaba acerca de la Revolución Francesa. Contestó: “Es demasiado pronto para opinar sobre ella”. De todo, pues, hace poco tiempo. No diré el nombre de la ciudad donde mi relato aconteció, pues actualmente eso en muchas ciudades puede suceder. Una maestra de secundaria se percató de que uno de sus mejores alumnos ya no asistía a la escuela. Les preguntó a sus compañeros si sabían la causa de su ausencia. Ninguno le supo dar razón. Pocos días después la profesora iba en su coche por una de las avenidas principales de la población cuando de pronto unos sujetos armados bloquearon la calle atravesando en ella un autobús que de seguro habían secuestrado poco antes. Llegó portando ametralladora quien parecía ser el jefe de la banda, un mozalbete que no pasaría de los 17 años. Era el alumno aquél. Vio a la maestra y les ordenó a los otros: “Dejen pasar a esa señora”. Pasó ella en silencio, sin decir ni oír palabra, la mirada al frente para no ver más. Según me contó luego rompió en llanto. Nadie me califique de melodramático si digo que lloraba, sí, por el destino del muchacho, casi un niño, pero lloraba también por este país donde incontables jóvenes se han convertido en delincuentes, extorsionadores, secuestradores, asesinos. No soy sociólogo como para equivocarme científicamente acerca de esto, pero he oído opiniones en el sentido de que el problema viene desde muy atrás, desde que por razones de orden económico los niños y los adolescentes dejaron de recibir valores y enseñanzas que antes se recibían de la madre en el hogar. A mí esto me suena algo misógino, pero en fin, es una opinión como hay muchas. Hay más opiniones que razones. Al menos ésa es mi opinión. Los valores se han perdido, afirman esos opinantes, y ni buscándolos con lupa se les podría hallar. Tampoco la escuela imbuye esos valores, pues de su currículo -así se dice aunque se escuche mal- se han suprimido las humanidades. Asignaturas como civismo o ética ya no se enseñan en la secundaria y la preparatoria, pues en la educación se privilegia el cientificismo con mengua del humanismo. Advierto, sin embargo, que estoy cayendo en filosofía batata, de menor grado y calidad que la filosofía barata, pues batata es camote, y como de costumbre ya me estoy encamotando. Mejor echo a andar por caminos menos adustos, pero más gratos y de mayor amenidad. El cuento que sigue es de color subido, rojo púrpura, encarnado. Lo leyó doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, y le sobrevino un ataque de eretisofrenia, excitabilidad mental exagerada. En circunstancias normales ese episodio se le habría podido tratar con medicamentos lenitivos, pero las circunstancias que vivimos ahora son anormales, y tales medicinas ya no se consiguen. Las personas púdicas deben abstenerse de leer esta picardía. Pepito le preguntó a su padre: “¿Qué es ‘pene’?”. El papá, hombre ineducado y rudo, le mostró el suyo y le dijo sin más: “Éste es un pene. Un pene perfecto”. Poco después Pepito le comentó a su amigo Juanilito: “Ya sé qué es ‘pene’”. “¿Qué es?”. -se interesó el chiquillo. Se descubrió Pepito y dijo: “Éste es un pene. Y sería un pene perfecto si fuera un poco más pequeño”. FIN.