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El libro de Enrique y “Chava” Heras

...ahora estoy leyendo entre risas y sonrisas un libro delicioso, “El divino chupe”... Doy gracias a Enrique y Chava Heras por las sonrisas que con su divertido libro me obsequiaron.

. Catón

De política y cosas peores

“Oh menudo sabroso, te saludo / en esta alegre y refrescante aurora / en que reclamo alientos, pues es la hora / en que tú estás cocido y yo estoy crudo”. Los anteriores versos pertenecen a un soneto escrito por Francisco L. Bernal en alabanza y loor de ese riquísimo condumio popular. Encontré dicho poema en el útil “Vocabulario sonorense”, de don Horacio Sobarzo. Solía decir Hugo L. del Río, gran periodista, admirado colega: “No hay hombre más humilde que un crudo”. Cierto tipo que sufría los funestos efectos de una tremenda resaca le suplicaba con desesperación a un médico: “¡Doctor, ando crudo! ¡Por favor opéreme!”. Y otro rezaba, hosco: “Señor: Si con la ped… te ofendo, con la cruda me sales debiendo”. (El vulgarismo “ped…” proviene del castellano “pea”, que significa borrachera). Yo jamás he sentido una cruda, y eso que en incontables ocasiones he hecho lo necesario para experimentarla. No sé si eso es gracia de Dios o trampa del demonio para inclinarme a la embriaguez, pero cuando mis compañeros de farra se levantaban al día siguiente de la noche anterior pidiendo confesión, yo amanecía campante y campeante, pimpante y rozagante, sin más efecto que la voz enronquecida por haber cantado con profundo sentimiento “Amor perdido”, “Sentencia”, “Nochecita” y “Conozco a los dos”. Bendito sea Dios. Digo todo eso porque ahora estoy leyendo entre risas y sonrisas un libro delicioso, “El divino chupe”, obra de Enrique Heras, extraordinario caricaturista con 70 años de trayectoria, y de su hermano Chava, igualmente talentoso. El volumen contiene una divertida sucesión de relatos, dichos y dicharachos acerca de borrachos y de borracheras. Con el permiso de los autores reproduzco algunos. “Anteojo oscuro, crudo seguro”. “Para todo mal, mezcal. Para todo bien también. Y si no hay remedio, litro y medio. Si el mal es del corazón, con más razón. Si está cab…, un galón. Y si es renuente, empezar nuevamente”. “El pulque se transportaba en odres hechos con pieles completas, incluida la de las patas, de cerdos o de chivos. De ahí que de un briago se diga: ‘Anda hasta las patitas’”. “Un anciano señor llegó a las puertas del Cielo y le dijo a San Pedro: ‘Nunca en mi vida bebí ni una copa; no me desvelé con amigos, y jamás tuve trato con mujer’. Le preguntó el apóstol de las llaves: ‘¿Y entonces por qué ching… tardaste tanto en llegar?’”. “Un tipo le comentó a otro: ‘El consumo anual de cerveza en México es de 68 litros per cápita’. Ponderó el otro: ‘Con razón somos tan miones’”. “Famoso cantinero fue don Jesús Aguirre, fundador y dueño de la cantina ‘El Nivel’, ubicada en la calle de Moneda, frente al Palacio Nacional. Obtuvo la licencia Número Uno otorgada por la autoridad para expendios de bebidas alcohólicas. En su cantina ofrecía el señor Aguirre, para curar la cruda, chilaquiles picosos, caldo de camarón, cerveza helada y “pollas” hechas con leche, huevos y generosa añadidura de jerez. Cliente asiduo de ese establecimiento fue Pancho Liguori, ingenioso epigramista orizabeño, quien reunía en ‘El Nivel’ a sus amigos, con los cuales formó el grupo llamado ‘Los Nivelungos’”. “La comprensiva esposa le preguntó a su crudísimo marido: ‘¿Te traigo un Alka-Seltzer, viejo?’. ‘Sí -respondió penosamente el tipo-. En las rocas’”. “¡Feliz Año Nuevo!’ -gritó anoche un sujeto en la cantina. ‘¿Feliz Año Nuevo? -le dijo uno-. Estamos en noviembre’. ‘Uta -se consternó el temulento-. ¡Cómo se irá a poner mi señora ahora que llegue yo a la casa!’”. Doy gracias a Enrique y Chava Heras por las sonrisas que con su divertido libro me obsequiaron. Está científicamente comprobado que cada sonrisa es una hora más de vida. FIN.