La traición
Vivo en una ciudad con mucho miedo. Los que antes eran protegidos, ahora están siendo perseguidos y se sienten traicionados.

MIAMI.- Llegué a El Arepazo, que siempre ha sido un valiente refugio de libertad y de nostalgia para los exiliados venezolanos, y no estaba tan lleno como antes. Quizás era media mañana y no había mucha gente comprando arepas, tequeños o hallacas. Pero desde la segunda llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, muchos restaurantes de la zona -mejor conocida como “Doralzuela”- han reportado bajas en sus ventas. Las redadas de los agentes migratorios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (o ICE, por su sigla en inglés) han generado mucho miedo en el Sur de la Florida, y ningún inmigrante (con o sin papeles) quiere cometer el inocente error de ser arrestado por aparecerse en un lugar público para tomar un guayoyo.
Ante esto, ¿cómo se sienten muchos venezolanos? Traicionados por Trump.
Miami tiene esa rara costumbre de que cada vez que hay algo que celebrar o protestar, la gente se reúne en un restaurante; los cubanos en el Versailles de la Calle Ocho y los venezolanos en El Arepazo en la zona del Doral, cerca del aeropuerto. Pero esta sagrada costumbre de décadas ha ido perdiendo manifestantes debido a las redadas migratorias.
Llevo más de tres décadas viviendo en “Mayami”, y doy testimonio de que esta ciudad siempre ha sido un refugio para los que huyen de otros países y buscan libertad. Cada vez que hay una crisis en América Latina, Miami se llena de refugiados. Así ocurrió primero con los cubanos, que huyeron de la dictadura castrista y nos abrieron el camino. Luego vendrían nicaragüenses, salvadoreños y otros centroamericanos escapándose de las guerras. También me ha tocado ver la llegada de colombianos y mexicanos hartos de la violencia y la inseguridad en sus países. Y desde que Hugo Chávez tomó el poder en 1999, Miami se ha llenado de venezolanos.
Aquí hay latinoamericanos de todos lados, más de derecha que de izquierda, pero igualmente comprometidos a buscar un lugar libre y seguro para sus familias. Y así fue la historia de Miami hasta que regresó Trump por segunda vez a la Casa Blanca.
Miami, por mucho tiempo, fue el lugar escogido por los latinoamericanos que necesitaban un segundo hogar. Era impensable que aquí pudieran arrestar a alguien y deportarlo a la misma dictadura de la que estaba huyendo. Eso iría en contra de la reputación de refugio de esta ciudad. Cuando Trump estaba en campaña prometió que, si ganaba, realizaría la mayor operación de deportaciones en la historia de Estados Unidos. Pero los cubanos, venezolanos y nicaragüenses que viven en Miami nunca pensaron que estaba hablando de ellos. Y lo apoyaron masivamente, con sus votos y en manifestaciones (los que no podían votar).
En el caso concreto de los venezolanos, jamás se imaginaron que el presidente que ha creado un bloqueo naval frente a las costas de Venezuela, y que ha ofrecido una recompensa de 50 millones de dólares por la captura del dictador Nicolás Maduro, sería el mismo que los quisiera deportar. En las últimas semanas, más de 600 mil venezolanos han perdido su permiso temporal para residir legalmente en Estados Unidos; ahora se encuentran en un limbo legal y en peligro de ser deportados a Venezuela.
“¿Se sienten traicionados por Trump?”, le pregunté a Adelyz Ferro, directora del Venezuelan American Caucus, uno de los grupos que más valientemente ha denunciado los ataques a la comunidad venezolana en Estados Unidos. “Traicionados, desilusionados, decepcionados y aterrorizados”, me contestó. “Las personas están en un estado de indefensión y llorando; los que se pueden ir, se están yendo a otros países”.
Ferro asegura que, a pesar de las tensiones entre Trump y Maduro, hay constantes vuelos desde Texas al aeropuerto de Maiquetía, cerca de Caracas, con cientos de venezolanos deportados. “¿Qué le hicimos [a Trump]?”, se pregunta Ferro. “Yo creo que los [venezolanos] somos la punta del iceberg de una campaña antiinmigrante … que está haciendo lo imposible por sacar del país a la mayor cantidad de latinos”.
La pregunta es si esta traición a los venezolanos, las brutales redadas con gases lacrimógenos, los arrestos en cortes y en lugares públicos, las dramáticas separaciones de niños de sus padres y los ataques verbales equiparando injustamente a los inmigrantes con criminales, están reduciendo el apoyo de los latinos a la presidencia de Trump. La respuesta es sí.
Trece de cada 100 latinos que votaron por Trump en la última elección presidencial ya no lo harían, según una reciente encuesta de la organización UnidosUS. Y un 9% no sabe si lo volverían a hacer. En general, el 64% de los hispanos encuestados rechaza el trabajo hecho hasta ahora por el presidente Trump. Lo culpan -y a los republicanos- por los altos costos de la comida, la vivienda, los servicios médicos y algo más. “Los votantes hispanos sienten que sus derechos civiles, libertades y la seguridad personal de ellos y de su familia, están en riesgo”, dijo en un comunicado Janet Murguía, presidenta de UnidosUS.
Esto lo que significa es que los avances que Trump obtuvo con el voto hispano en las pasadas elecciones han desaparecido. Su maltrato de y las amenazas a inmigrantes que han huido de las dictaduras en Venezuela, Cuba y Nicaragua, al igual que las salvajes redadas en contra de indocumentados sin récord criminal, han tenido un alto costo político. MAGA ha perdido su magia entre los latinos.
Vivo en una ciudad con mucho miedo. Los que antes eran protegidos, ahora están siendo perseguidos y se sienten traicionados. Extraño los días en que se llenaban los restaurantes de Doralzuela para celebrar la libertad de los recién llegados. Y me apena ver tantas mesas vacías.
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