Palo dado ni Dios lo quita
La presidenta Sheinbaum fue declarada persona no grata por el Congreso peruano. Nuestro Gobierno rechazó tal designación, en olvido del sabio proverbio según el cual palo dado ni Dios lo quita.

“Siempre habla usted de sexo” -le reprochó al profesor Sabilio doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías. “Y lo hago con mucho gusto, señora” -respondió el mentor. Babalucas llegó al depa de su amiga en el momento en que ella cocinaba un sabroso platillo popular: Rajas con queso. Le preguntó Babalucas: “¿Qué estás cocinando?”. Contestó la muchacha: “Rajas”. Le aseguró el badulaque: “Te prometo que no rajo. Dime qué estas cocinando”. Los padres de aquel niñito tenían ideas modernas. Así, le revelaron al pequeño desde su más tierna edad las realidades de la vida. Un día el niño les reclamó lleno de enojo: “Por culpa de las mentiras que ustedes me han contado yo era el único en todo el kínder que no sabía que a los niños los trae la cigüeña”. En mi primera juventud -viviendo estoy ahora la segundaleí las “Tradiciones peruanas”, de Ricardo Palma, en una antología de la Colección “Sepan cuantos” -con ese nombre la bautizó Alfonso Reyes, de la benemérita Editorial Porrúa. Desde entonces sentí afecto por Perú, nación hermana de la nuestra por su común pasado. Si alguien me hubiera dicho en aquel tiempo que alguna vez iría a Lima a visitar a la hermosa Santa Rosa, a tomarme un pisco sour y de paso a presentar mis libros, no lo habría creído. Ahora andamos en dimes y diretes con Perú, cosa que me apesadumbra por los gratos recuerdos que conservo de ese país que tantos tesoros guarda para el mundo. La presidenta Sheinbaum fue declarada persona no grata por el Congreso peruano. Nuestro Gobierno rechazó tal designación, en olvido del sabio proverbio según el cual palo dado ni Dios lo quita. Ese rechazo me hizo recordar a aquel virrey de la Nueva España que prohibió la celebración de una corrida de toros en la capital del virreinato. Los taurófilos se pasaron el tal veto por abajo de no puedo decir dónde, y llevaron a cabo el espectáculo. El virrey, indignado, emitió un decreto en el cual ordenó que la corrida se tuviera por no celebrada, y la declaró nula y sin efectos. Así la 4T: Rechazó lo ya hecho. Don Luis María Martínez, dignatario eclesiástico de feliz memoria, como se dice en lenguaje clerical, era hombre de travieso ingenio. Alguna vez recibió la visita de un sacerdote peruano. Le dijo: “Mi hermana es peruana”. Preguntó el visitante, interesado: “¿Nació en Perú?”. “No -contestó don Luis María-. Digo que es peruana porque a todo le pone pero”. Ahora el Gobierno de México le pone pero a la declaración del Congreso de Perú. Inútil es el pero. Espero que los dos países vuelvan a la razón, aunque el régimen morenista esté tan alejado de ella. Lord Feebledick regresó a su finca en el campo después de la cacería de la zorra. Venía mohíno, disgustado: Una de sus perras entró en celo esa mañana, y todos los perros la persiguieron mientras la zorra corría atrás de ellos. Al entrar en la alcoba conyugal el señor vio a su mujer, lady Loosebloomers, realizando el consabido acto natural, en la posición llamada “del misionero”, con el toroso mancebo Wellh Ung, encargado de la cría de faisanes. Requirió milord su escopeta calibre 12, de fabricación belga, y con un certero disparo roció de postas las nalgas del lascivo criado, que salió corriendo en cueros al tiempo que profería tremendas maldiciones en su ininteligible jerigonza cockney. Lady Loosebloomers le dijo a su marido en tono de reprobación: “Ay, Feebledick. Lo mismo has hecho con el chofer, el jardinero, el mayordomo, el valet, el cocinero, el caballerango y el despensero. Si sigues con tus absurdos celos nos vamos a quedar sin servidumbre”. FIN.
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