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Noviembre, dichoso mes

...el Buen Fin, se llevará a cabo este año del 13 al 17 de este mes. Con ella se beneficiarán innumerables mexicanos.

. Catón

“¡Me voy a cortar las venas!” -le anunció con dramático acento Empédocles Etílez a su esposa-. Replicó ella: “Lo que deberías cortarte es la peda”. Palabra es ésta derivada seguramente del vocablo castellano “pea”, que significa borrachera. También de ahí proviene el feo término masculino que en México designa a la embriaguez. Con sobra de razón suele decir don Abundio el del Potrero: “El vino hay que saber mearlo”. El mamut macho le advirtió a la hembra: “Si me sigues saliendo todas las noches con eso de que te duele la cabeza, nos vamos a extinguir”. Don Veterino les dijo a sus nietos: “No me gusta hablar de mi juventud”. Preguntó uno, cauteloso: “¿Pues qué hiciste en ella, abuelo?”. “Nada absolutamente -respondió el anciano-. Por eso no me gusta hablar de mi juventud”. Si me es permitida una nota personal diré que a mí tampoco me gusta hablar de mi juventud, pero por la razón contraria: En ella hice muchas cosas que no debí haber hecho. Podría repetir las palabras de Darío: “Si no caí fue porque Dios es bueno”. “Noviembre, dichoso mes, / que empieza con Todos Santos / y acaba con San Andrés”. En el calendario católico la fiesta de hoy celebra a quienes han sufrido martirio por causa de su fe. Luego viene el Día de Muertos, llamado antes “de los Fieles Difuntos”. Escribió el poeta de Jerez: “Yo no sé si estoy triste por el alma de mis fieles difuntos, o porque nuestros mustios corazones ya no estarán sobre la tierra juntos”. El mes termina con la festividad de San Andrés Apóstol. En la catedral de Toledo vi un cuadro del Greco donde aparece el santo con una larga barba blanca y la cruz en forma de equis -cruz aspadaen la que fue crucificado. Juraba don Juan Tenorio: “¡Por la cruz de San Andrés!”. Para mi esta fecha tiene especial significado: El primero de noviembre de 1867 abrió sus puertas en Saltillo el Ateneo Fuente, gloriosa escuela preparatoria de la que fui alumno, después maestro y finalmente director. Mi vida, entonces, está indisolublemente vinculada a ese plantel por cuyas aulas han pasado ilustres personajes: Venustiano Carranza, Artemio de Valle Arizpe, Julio Torri, Carlos Pereyra, Vito Alessio Robles y decenas de miles de mujeres y hombres que en el insigne colegio han aprendido los valores de la verdad, la justicia, la belleza, la libertad, el bien. Cuando a don Artemio le preguntaban de dónde era solía responder: “No es por presumir, pero soy de Saltillo”. Igualmente saltillense, y también ex alumno del Ateneo, es Jorge Dávila Flores, a quien la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo acaba de homenajear merecidamente con motivo del aniversario número 15 del Buen Fin, extraordinaria promoción de la cual el saltillense fue creador. A pocas personas he tratado con la calidad humana de Jorge Dávila, cuya bondad me ha favorecido en muchas ocasiones. Celebro que su brillante aportación al comercio en nuestro País le haya sido reconocida. Su obra, el Buen Fin, se llevará a cabo este año del 13 al 17 de este mes. Con ella se beneficiarán innumerables mexicanos, igual que ha sucedido desde hace ya tres lustros para bien tanto de los que venden como de los que compran. Noviembre, dichoso mes. El joven marido llegó a su casa anticipadamente y halló a su desposada besándose y acariciándose en lúbrica manera con un sujeto de elevada estatura, rubio y vestido con atuendo clergy, el traje propio de los predicadores. Antes de que el coronado esposo pudiera articular palabra habló la mujer en los siguientes términos: “No tienes derecho a reclamarme nada, Leovigildo. Antes de casarnos te dije que tenía un pastor alemán”. FIN.

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