La revisión que viene
Tenemos encima (como País) las fuertes presiones de Estados Unidos rumbo a la revisión del tratado de libre comercio.

Tenemos encima (como País) las fuertes presiones de Estados Unidos rumbo a la revisión del tratado de libre comercio.
Las reuniones se van a desarrollar el próximo año y ya hay una convocatoria emitida desde la Secretaría de Economía federal con Marcelo Ebrard al frente para que los sectores involucrados vayan opinando, proponiendo y señalando cuáles son los aspectos sobre los que deberemos tener más atención a la hora de que nuestros representantes se sienten con los canadienses y estadounidenses.
Los primeros que levantaron la voz pidiendo ser tomados verdaderamente en cuenta, que realmente se les escuche a la hora de armar la agenda de temas, son los miembros de la Confederación Patronal de la República Mexicana.
Se sabe que desde que la 4T gobierna la Coparmex no ha sido precisamente una aliada del régimen.
Pero también es cierto que en ella se agrupan una gran cantidad de empresarios, inversionistas, generadores de empleos, proveedores de grandes empresas transnacionales cuya actividad está regulada por el T-MEC y sobre todo grandes pagadores de impuestos.
Obviamente deben ser tomados en cuenta. Existe una coyuntura nacional en los meses previos a esa revisión que si no se atiende con visión de estado, más allá de ideologías políticas, podría debilitarnos a la hora de iniciar esas revisiones.
Estas conversaciones con el sector económico del País no tienen porque ser populares, no dan votos, no elevan los índices de aceptación en las encuestas que tanto gustan a los gobiernos.
Pero son fundamentales para fortalecer la capacidad negociadora de México frente a los experimentados y agresivos representantes que seguramente mandará Trump a esas mesas.
Ahora, la presidenta Sheinbaum ha dicho que las protestas de agricultores en varias regiones denMéxico tienen motivaciones políticas.
De hecho, absolutamente todas las protestas que hemos visto en estos siete años de 4T han sido señaladas de lo mismo.
No ha habido una sola, ni siquiera la de los padres de familia con niños enfermos de cáncer se salvó de esos señalamientos.
En fin. Pero una motivación de esas protestas podría ser justamente el deseo de un sector importante para la seguridad alimentaria de nuestra nación, de ser visibilizados frente a lo que se vienen en el 2026, sobre todo porque nuestros vecinos del Norte sí que tienen bien consentido a ese sector.
Claro, la otra lectura es que la principal asesora de la Presidenta en materia económica le está hablando al oído para que no avancen las demandas de los productores que exigen mejores precios de garantía.
Hay además expresiones de empresas y marcas extranjeras que ya empiezan a quejarse del trato que México les está dando vía el SAT, al que consideran abusivo, excesivo, con dobles cobros ilegales.
Hay que revisar los paneles de controversias que contempla el tratado, porque se están llenando de quejas.
La reforma al Poder Judicial, altamente aprovechada por el actual régimen y promocionada como un gran avance en la administración de justicia podría estar también sobre la mesa, aunque no explícitamente.
Y a eso se le suma la reforma a la Ley de Amparo, que está hecha para evitar que grandes “tracaleros” eviten pagar sus impuestos yendo de amparo en amparo.
Así se nos explica.
Se descobija a los evasores y eso suena muy bien, pero también se descobija a los contribuyentes frente a funcionarios que sin escrúpulos pueden abusar de esos cambios.
Entonces no es un asunto que se ignorará al momento de empezar a revisar los términos del tratado porque ya las grandes empresas que tienen operaciones en México empiezan a quejarse.
Las debilidades del sector primario mexicano son responsabilidad de nuestro gobierno, no de extranjeros.
Y ahí está lo que sucede con la ganadería, debilitada y comprometida por decisiones como esa de permitir la entrada de carne del extranjero sin las regulaciones correctas, además de la llegada de ganado del Centroamérica con las consecuencias que todos conocemos.
Trump podría llegar débil a la negociación, pero no por culpa de nosotros, sino porque la Suprema Corte de Estados Unidos podría determinar que el presidente no tiene facultades para imponer los aranceles que ha venido anunciando desde que llegó al poder por segunda vez.
Ya México verá cómo aprovecha esa coyuntura, si acaso se da.
¿Cómo se defenderá a la industria automotriz? ¿Qué relevancia tendrá lo que en materia de seguridad ha sucedido en este lado de la frontera?
Ya veremos.
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