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Un socialista en Nueva York... pero solo ahí

Es muy probable que, dentro de una semana, la ciudad de Nueva York le entregue las llaves de la alcaldía a un político socialista muy joven, de origen musulmán...

León Krauze

EPICENTRO

Es muy probable que, dentro de una semana, la ciudad de Nueva York le entregue las llaves de la alcaldía a un político socialista muy joven, de origen musulmán y con escasa experiencia. Zohran Mamdani es carismático, es un comunicador eficaz e innovador y, además, es disciplinado: Tiene, en esencia, un solo mensaje de campaña -hacer la vida más accesible para los neoyorquinos- y no se sale del guion ni un instante.

Mamdani ha sabido aprovechar el páramo de oposición. Eric Adams, el alcalde actual, ha sido un desastre: Corrupto e ineficaz. Andrew Cuomo, el único candidato demócrata con alguna posibilidad de vencer a Mamdani, carga con escándalos de abuso sexual y otros pasivos que lo vuelven tóxico para un porcentaje suficiente del electorado. Mamdani, que es elocuente, ha desmantelado a Cuomo en los debates con frases como esta: “Lo que me falta de experiencia, lo compenso con integridad. Y lo que a ti te falta en integridad jamás podrá ser compensado con experiencia”.

El triunfo de Mamdani será, antes que nada, un reto enorme para el propio candidato, que hasta ahora solo ha ocupado un papel menor en la Asamblea estatal neoyorquina. La alcaldía de Nueva York es un cargo casi imposible incluso para políticos de largo recorrido: En siglo y medio, ningún alcalde de Nueva York ha resultado “promocionado” a una posición de mayor relevancia nacional. Es difícil imaginar que Mamdani será la excepción.

Su victoria también será un triunfo para Donald Trump y para el Partido Republicano. Mamdani encarna al tipo de político demócrata que Trump lleva años presentando como amenaza. Es socialista -al grado de negarse, como su mentor Bernie Sanders, a condenar abiertamente las dictaduras de Venezuela y Cuba- y defiende muchas de las posiciones progresistas que Trump ha utilizado como ariete en la guerra cultural que lo llevó de vuelta a la Casa Blanca. Y, por si fuera poco, Mamdani ha cuestionado públicamente el derecho del Estado de Israel a existir (no es lo mismo criticar, con razón, al Gobierno israelí actual que negar la legitimidad del Estado israelí como nación). Su figura en el escenario nacional será utilizada por Trump para insistir en la idea de un Partido Demócrata “capturado” por la extrema izquierda.

Aun así, conviene hacer un matiz indispensable. Es un error suponer que el ascenso de Mamdani en Nueva York equivale a la rendición del Partido Demócrata ante su ala radical. Ni Nueva York es Estados Unidos, ni Mamdani representa a la corriente mayoritaria dentro del partido. De hecho, es una excepción.

Entre las grandes ciudades demócratas, sólo Seattle tiene una alcaldesa que se identifica como socialista. El alcalde de Chicago es progresista y cercano a los sindicatos, pero tampoco encaja en la narrativa socialista de Mamdani. Ni San Francisco -gobernada por un empresario moderado- ni Los Ángeles encajan en ese molde.

Ninguno de los senadores o gobernadores demócratas de proyección nacional pertenece a la corriente de Mamdani. Chris Murphy, Ruben Gallego y Cory Booker buscarán la candidatura presidencial en 2028: Todos ellos, con matices, son moderados. Los gobernadores J. B. Pritzker, Wes Moore y Gavin Newsom impulsan agendas demócratas firmes y liberales, pero no socialistas. Y, en realidad, la tendencia dominante dentro del partido apunta en sentido contrario: Newsom, el candidato presidencial más probable, se ha movido con cautela hacia el centro en materia regulatoria.

Nada garantiza que los demócratas no cometan el error catastrófico de moverse decididamente hacia la izquierda en los próximos años, bajo la ilusión de que la mejor manera de contrarrestar a la extrema derecha etnonacionalista sea una versión simétrica de populismo progresista. Una figura carismática como Mamdani hace ese desvío más tentador. Pero, por ahora, esa corriente sigue siendo minoritaria, y el futuro del partido está en la larga lista de moderados que aspirarán a cargos mayores en los próximos años. Conviene, por ejemplo, observar al asambleísta texano James Talarico, un demócrata de centro carismático. Ganar en Texas es mucho más difícil que convencer a los hipsters de Brooklyn. Por eso, más que Mamdani, Talarico es el barómetro.

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