Más sobre la estupidez de la guerra contra las drogas
Siempre he considerado una estupidez la “guerra contra las drogas”. Es imposible ganarla.

Juegos de poder
Hace 20 años, Estados Unidos perseguía rigurosamente a los productores mexicanos de mariguana que exportaban esta mercancía al vecino del Norte. Contaban con el apoyo del gobierno de México y sus fuerzas armadas. En la televisión, a menudo nos enterábamos del decomiso de un cargamento de no sé cuántas toneladas de mariguana que se habían incinerado para evitar su consumo.
Pero lo único que no bajaba en Estados Unidos era precisamente el consumo de esta yerba. Mientras aquí los militares se agarraban a balazos con los mariguaneros, allá cada vez se hacía más “cool” echarse un porrito o un brownie con mota.
En un arrebato de sensatez, autoridades estatales de aquel país decidieron legalizar, regular y gravar la producción, distribución, venta y consumo de la mariguana. Actualmente en 24 estados, más el Distrito de Columbia, se ha legalizado esta droga con fines recreativos.
He visitado varias tiendas de productos de cannabis en Nueva York, Las Vegas, Denver y Los Ángeles. Como todo producto legal que termina en manos de los capitalistas, nos encontramos con una gran cantidad y calidad de mercancías para drogarse. Hay comestibles e inhalados. Hay de la especie sativa, índica e híbridas que prometen experiencias diferentes, según los “maestros mariguaneros” que hacen las mezclas. Hay gangas y productos premium. Lo único que necesita un consumidor es demostrar que tiene más de 21 años para acceder a estas tiendas que, por cierto, abundan.
A pesar de la legalización con fines recreativos, la Administración para el Control de Drogas (la DEA por sus siglas en inglés) sigue considerando ilegal esta droga que es la de mayor consumo en Estados Unidos. En su reporte anual, esta agencia le dedica todo un capítulo a la mariguana. Resulta que “los cultivadores de cannabis en los estados donde su cultivo es legal son los principales proveedores de los mercados ilícitos de marihuana en el resto de Estados Unidos, con un crecimiento que supera las cuotas y las necesidades del mercado legal”.
Siempre he considerado una estupidez la “guerra contra las drogas”. Es imposible ganarla. Ni el mejor ejército y armada del mundo puede erradicar este problema. Mientras haya oferta, habrá demanda. Prohibirlas y combatirlas con la Policía ha resultado en un esfuerzo inútil. Meter a los militares ya es demencial. No se logra contener la oferta, pero sí incrementa la violencia.
La solución pasa por abatir la demanda por medio de programas de educación y salud públicas.
Pero los gobiernos, sobre todo el estadounidense, quieren quedar bien con su electorado mandando el mensaje que ellos están haciendo algo muy duro en contra del narcotráfico. A Nixon se le ocurrió la guerra. Ahora Trump le ha dado un giro considerando a los carteles como organizaciones terroristas internacionales.
Eso le ha dado autoridad para utilizar más recursos en el combate a los grupos delincuenciales. Ha llegado al extremo de ordenar el bombardeo de tres embarcaciones venezolanas que presuntamente llevaban drogas para contrabandearlas a Estados Unidos. Volaron por los aires dejando por lo menos catorce muertos. Estas operaciones bélicas, al parecer, ocurrieron en aguas internacionales.
Ahora todo el mundo, incluyendo el New York Times este pasado fin de semana, se pregunta si el siguiente objetivo militar de Trump es México, tomando en cuenta que aquí están los principales cárteles que exportan drogas a Estados Unidos. La conclusión del diario neoyorquino, en un artículo medio flojito, es que no parece haber las condiciones para que esto suceda. Fuentes anónimas del Gobierno estadounidense reportan estar contentos con la cooperación que han conseguido de la administración de Sheinbaum.
Desde luego que el Gobierno del vecino del Norte debe preocuparse y ocuparse del gran problema de adicciones a las drogas que genera, según el Reporte de la DEA, 84 mil muertos por sobredosis en un año. Es una barbaridad.
Pero, para la DEA, los culpables son los cárteles que tienen un “efecto devastador” en su país.
Daño, lo que se dice daño de verdad, es lo que estas organizaciones criminales le han hecho a México minando el poder de su Estado con el dinero que les deja el negocio ilegal de las drogas. Al estar prohibidas, se les dejan enormes rentas económicas a los criminales que utilizan para corromper y comprar armas de alto calibre. En muchas regiones del territorio nacional tienen más poder que el Estado. Ahí mandan ellos. La solución, como lo ha demostrado la mariguana, es la legalización, regulación y gravamen de las drogas con campañas educativas y sanitarias muy fuertes para abatir las adicciones.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann