Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna México

Humor dominical

La hermana de Pepito se hallaba con el novio en la sala de la casa...

. Catón

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

En la habitación número 210 del Motel Kamawa la linda Susiflor, muchacha candorosa, se hallaba en el lecho del placer con Libidiano, hombre proclive a cosas de lubricidad. La ingenua joven le preguntó con vehemencia al labioso galán: “¿Me amas, Libi? ¿Me amas?”. Él tipo se enojó: “¡Carajo! ¡A quién se le ocurre hablar de amor en un momento como éste!”. Babalucas y su esposa vieron por primera vez el mar. “¡Cuánta agua!” -exclamó ella con asombro. Declaró el tonto roque: “Y abajo hay más”. Tres provectos ciudadanos conversaban en una banca del parque. Dijo el primero: “Jamás fumé; no bebí ni anduve con mujeres. Por eso llegué a los 80 años”. Acotó el segundo: “Siempre hice ejercicio y llevé una dieta balanceada. Seguramente a eso se debe que haya llegado a los 90”. Dijo el tercer valetudinario: “Nunca hice ejercicio, y comí de todo. Desde los 12 años fumé como chacuaco, bebí como cosaco y pasé cada noche de mi vida con una mujer distinta”. “¿De veras? -se asombró uno-. ¿Y cuántos años tienes?”. Respondió el otro: “22”. Confesó Loretela: “En ocasiones no puedo menos que sentir vergüenza. Todas mis amigas están ya divorciadas, y yo ni siquiera me he casado todavía”. Los ancianos esposos miraban con tristeza el cementerio frente a su casa. Dijo la viejecita, pesarosa: “Cuando pienso que nuestra hija yace ahí día tras día siento ganas de llorar”. “Yo también -manifestó acongojado el ancianito-. A veces pienso que sería mejor que estuviera muerta”. La hermana de Pepito se hallaba con el novio en la sala de la casa. De pronto se apareció el chiquillo. Les dijo: “Había aquí tanto silencio que pensé que ya era hora de venir por mis 50 pesos”. Un individuo se presentó en “La mansión de Venus”, conocida casa de mala nota, y le pidió a la madama, mariscala o mamasanta del establecimiento: “Quiero una mujer añosa, entrada en carnes, poco agraciada y fría”. La suripanta se asombró. Le dijo al tipo: “Tengo a su disposición una docena de chicas malas muy buenas. Todas son jóvenes, de estupendo cuerpo, bonitas de cara y ardientes en el lecho. ¿Por qué quiere una mujer así?”. Respondió el tipo. “Llevo ya dos meses fuera de mi casa. No estoy ganoso; estoy nostálgico”. Menuda sorpresa se llevó el recién casado cuando su flamante mujercita le dijo: “¿Significa esto que sólo por haber dicho ‘Sí’ en la iglesia estoy obligada a hacer el amor contigo cada vez que quieras, y sin cobrarte nada?”. Tirilita dio a luz un hermoso bebé. Comentó la enfermera: “El niño tiene el pelito rizado. ¿Así lo tiene su papá?”. “No sé -respondió Tirilita-. Nunca se quitó la gorra”. El predicador de la televisión ofreció: “Quienes sufran alguna debilidad del cuerpo acerquen a la pantalla del televisor la parte débil, y envíen 5 dólares. Con el poder del cielo yo curo a los enfermos”. Don Languidio se apresuró a poner la entrepierna en la pantalla. Acotó su señora: “Dijo que cura a los enfermos, no que resucita a los muertos”. En la playa de la isla desierta el náufrago arrojaba al mar botella tras botella con peticiones de auxilio. Su compañera de naufragio le dijo en tono de reproche: “Cómo eres malo, Selkirk. Me prometiste que no se lo ibas a contar a nadie”. El médico revisó con poderosa lupa el atributo varonil del furibundo paciente. “¡Qué contrariedad! -le dijo-. Se suponía que ese medicamento lo único que reducía de tamaño era la próstata”. El bondadoso abuelito del niño y de la niña llegó de visita a la casa de los pequeños y les dijo con ternura: “Les traigo un muñequito y una muñequita de chocolate. ¿Cuál quieres tú, hijita?”. “El muñequito -respondió sin vacilar la niña-. Seguramente tiene un pedacito más”. FIN.

CATÓN es Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas/cronista de Saltillo

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí

Temas relacionados