Los tres plomeros (impresentables) de López Obrador
Este artículo presenta un breve perfil de tres de los fontaneros principales de López Obrador a su paso por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y la Presidencia de la República.

Juegos de poder
En el argot de la política, un “plomero” es el personaje que administra las cañerías del poder. Son los que llevan a cabo esas actividades intrínsecas de la política como asegurar el funcionamiento interno de un movimiento, partido o Gobierno, la resolución de conflictos, gestión de las crisis, control de las disidencias y todo tipo de trabajos en la sombra que ordenan los jefes para mantenerse y acrecentar su poder.
Hay plomeros de distintos niveles.
En Estados Unidos, el presidente Nixon, por ejemplo, tenía a un grupo de fontaneros que le resolvían diversos problemas como “sellar” las filtraciones de información que llegaba a la prensa. Personajes oscuros, reclutados y liderados por el “plomero” mayor, el Chief of Staff del Presidente, H.R. Haldeman, quien pública y orgullosamente se presentaba como “el hijo de perra de Nixon”.
El tipo de “plomeros” nos dice mucho del jefe. Hay unos más elegantes, otros más rudos y no faltan los corruptos que manejan dineros por debajo de la mesa para administrar lo que Aguilar Camín describe como “los sótanos del poder” en su magnífica novela La guerra de Galio.
Este artículo presenta un breve perfil de tres de los fontaneros principales de López Obrador a su paso por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal y la Presidencia de la República.
Empiezo con el inolvidable René Bejarano.
Formado en el sindicalismo magisterial y el activismo social después del terremoto de 1985, fungió como secretario particular de AMLO en la jefatura de Gobierno del DF. Desde esa posición se convirtió en el “plomero” principal de AMLO quien, desde entonces, tenía la vista puesta en la Silla del Águila.
Bejarano recibía y administraba dinero sucio para las campañas del PRD. Por lo menos de uno de los contratistas del Gobierno capitalino en esa época, Carlos Ahumada. En 2004, siendo ya diputado local del DF y coordinador parlamentario del PRD, se filtraron videos de Bejarano recibiendo grandes cantidades de dinero de Ahumada. Ahí se ganó el apodo del “Señor de las Ligas”.
Obvio, López Obrador negó que sabía de las operaciones ilegales que hacía su ex secretario particular. Bejarano fue desaforado y procesado judicialmente. En su juicio de desafuero dijo que él se sacrificaba con gusto para que el movimiento de izquierda siguiera adelante. Estuvo ocho meses en la cárcel y luego, gracias a nuestro increíble sistema judicial, resultó absuelto.
El segundo “plomero” al más alto nivel fue Julio Scherer Ibarra quien se desempeñó como Consejero Jurídico de la Presidencia durante la primera mitad del sexenio presidencial de AMLO. Todos sabían que era el operador político principal del Presidente.
Hernán Gómez escribió un valiente libro sobre el papel que jugó Scherer desde esa posición: Traición en Palacio: El negocio de la justicia en la 4T. Ahí vemos cómo este abogado/fixer influía en la administración de la justicia afectando la lucha contra la corrupción y la impunidad, una de las principales banderas de AMLO.
Gómez explora los vínculos entre el poder político y el sistema judicial. Incluye ejemplos de cómo Scherer se encargó de perseguir a figuras políticas y empresariales contrarias al Gobierno lopezobradorista. Cómo, en la mejor tradición mexicana, se utilizó el sistema judicial con fines políticos.
Scherer, quien era un abogado exitoso en el sector privado, más fixer que jurisconsulto, se benefició personalmente ayudando a ciertos intereses empresariales. En 2022 renunció a su puesto en medio de un mar de críticas en torno a su gestión. Huelga decir que, desde entonces, con un ánimo vengativo, ha hecho todo lo posible por hacerle la vida miserable a Gómez.
A Scherer lo sustituyó Adán Augusto López Hernández como el gran “plomero” de Palacio Nacional. Desde la Secretaría de Gobernación, gestionó los sótanos del poder del lopezobradorismo.
Hoy está en el ojo del huracán por el caso de su secretario de Seguridad en Tabasco, Hernán Bermúdez Requena, quien era el jefe del principal cartel del crimen organizado en esa entidad.
Además, recibió 79 millones de pesos entre 2023 y 2024 cuando era secretario de Gobernación, aspirante a la candidatura presidencial de Morena, coordinador de la campaña de Sheinbaum y senador por la vía plurinominal. Dinero sospechoso, no reportado en su declaración patrimonial, de empresas que habían sido contratistas de su Gobierno en Tabasco y, por lo menos una, “fantasma” según el SAT.
Ahí está un breve perfil de los tres grandes plomeros de AMLO.
Saque usted sus propias conclusiones de lo que nos dice del personaje que los contrató para administrar los sótanos del poder.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann
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