Mexicanos que no leen y la debilidad universitaria desafían a los proyectos tecnológicos
Solo cuatro de cada 10 mexicanos leen al menos un libro al año y se suele hablar de un promedio de uno o dos, aunque esa cifra es optimista...

El viernes pasado escribí en este espacio que México se suma a la liga mundial de los centros de datos (CD) y que el anuncio de CloudHQ lo confirma: 4,800 millones de dólares en Querétaro para seis complejos, 600 MW de carga informática, 7,200 empleos en la construcción y 900 permanentes. El discurso de su COO, Keith Harney, transmitió confianza: habló de la enorme oportunidad y se refirió a cómo el CD se abastecerá de energía, Lo que no mencionó es la falta de capital humano calificado.
Solo cuatro de cada 10 mexicanos leen al menos un libro al año y se suele hablar de un promedio de uno o dos, aunque esa cifra es optimista: muchos dicen leer para no admitir lo contrario y buena parte de esos libros nunca se termina. Lo demás son lecturas fragmentadas en Internet, que no generan vocabulario ni pensamiento crítico. Este rezago se refleja en los resultados de la prueba PISA 2022 de la OCDE: México obtuvo 415 puntos en lectura frente al promedio de 476 y solo 53 % de los estudiantes alcanzó el nivel 2, el mínimo funcional que permite ubicar ideas básicas, pero no analizar ni evaluar textos complejos, justo lo que se requiere para manejar sistemas en un centro de datos.
A esta debilidad se suma la desigual calidad universitaria. En rankings como QS o Times Higher Education solo la UNAM y el Tecnológico de Monterrey figuran entre las primeras del mundo: la UNAM en el lugar 136 en QS y el Tec en el 187. Ninguna otra institución mexicana aparece entre las mejores 600. La mayoría de universidades estatales está rezagada, con poca investigación y débil vínculo con la industria tecnológica. Aunque México gradúa más de 120,000 ingenieros al año, solo 10–15 % posee las competencias y el inglés necesarios para incorporarse a sectores de alta tecnología.
Por lo anterior, reclutar 900 especialistas no será sencillo. Son escasos los cursos en enfriamiento, energías críticas o gestión de infraestructura digital y muchos egresados carecen de certificaciones internacionales. Además, los sectores automotriz y aeroespacial absorben al mejor talento. Los técnicos disponibles para data centers apenas suman unos cientos al año. Sin embargo, este déficit puede superarse con capacitación intensiva, alianzas universidad-empresa y atracción de expertos del extranjero.
En Querétaro, CloudHQ gestionará la infraestructura crítica -energía, enfriamiento, seguridad y conectividad-, mientras que los inquilinos tecnológicos de su CD manejarán la capa digital, es decir, servidores y aplicaciones. Ambos enfrentarán escasez de personal en campos distintos, pero saben cómo resolverla: capacitación interna acelerada, convenios con universidades, certificaciones internacionales, atracción de talento extranjero y subcontratación especializada. Que CloudHQ y otras empresas de TI hayan decidido invertir en México muestra que confían en estas soluciones.
México puede aprovechar este ambicioso y multimillonario proyecto como catalizador para mejorar universidades, ampliar programas técnicos y fomentar la lectura desde edades tempranas.
Nuestro país no lee ni forma suficientes especialistas. Pero si logra cerrar esas brechas, no solo podrá sostener proyectos como el de CloudHQ, sino consolidarse como protagonista de la economía digital mundial.
Eduardo Ruiz-Healy
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