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La Presidenta una víctima a la defensiva

Ella no proyecta la imagen de una jefa de Estado, en control de la situación, sino a una política acorralada y en crisis.

Rubén Aguilar

Son ya meses que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, en sus comparecencias mañaneras, está a la defensiva y reacciona con desesperación y enojo ante las preguntas de los periodistas, a pesar de que buena parte de los que asisten a estas son afines al Gobierno.

Ella no proyecta la imagen de una jefa de Estado, en control de la situación, sino a una política acorralada y en crisis. En estos últimos meses son cinco los temas que articulan su comunicación a la defensiva.

Asumirse como víctima. Ella y su Gobierno son víctimas de los medios, de los periodistas y de todos aquellos que quieren que su proyecto fracase. Estos “critican y calumnian”. En su gestión no existen errores o fallas sino sólo la crítica perversa e injusta que forma parte de un complot de sus enemigos. Dice también, es parte de la victimización, que el pueblo bueno la consuela, la respalda y la apoya en el cambio que impulsa.

Defensa de acusados. A pesar de las pruebas contundentes que se presentan y publican en los medios, que dan cuenta de las relaciones con grupos del crimen organizado y actos de corrupción de integrantes de su Gobierno, de legisladores de Morena y de militantes de su partido, ella siempre sale a su defensa y pide pruebas, que están sobre la mesa, pero las niega. Siempre, a pesar de la evidencia, asegura que no hay nada que los involucre. En su mirada todo es parte de un complot en su contra y su proyecto.

Defensa de su antecesor y su familia. Ante las evidencias que cada día son más, que involucran al presidente Andrés Manuel López Orador (2018-2024), su mentor y guía, con grupos del crimen organizado y múltiples actos de corrupción, la lista es larga, ella sale a su defensa y afirma que es un hombre honesto e íntegro. Y lo mismo ocurre con alguno de los hijos del Presidente, claramente involucrados con grupos criminales y actos de corrupción a través de socios y prestanombres.

Defensa de su Gobierno. A la más mínima crítica de su gestión, incluso con datos duros, que surgen de instituciones del propio Gobierno, se defiende culpando, de sus errores, a los gobernantes del pasado, pero se salta, el enorme fracaso del Gobierno de su mentor. Todos los males de la República son de gobernantes del pasado, ella y los suyos son poco menos que perfectos.

Defensa ante el Gobierno de Estados Unidos. A la manera de un mantra repite, una y otra vez, a los señalamientos y críticas de funcionarios del Gobierno de Estados Unidos, y en directo del presidente Donald Trump, que afirman ella tiene miedo y hace poco frente a los grupos del crimen organizado, recita “que hay estrecha colaboración en el marco del respeto a la soberanía nacional”. ¿Qué entiende por soberanía? De esa frase no se sale y es parte central de su libreto siempre a la defensiva.

En estos meses, a la Presidenta los diversos intentos por retomar la iniciativa y marcar la agenda mediática no le han dado resultado, y no sólo se mantiene a la defensiva, sino que cada mañana dedica más tiempo a esta actividad, frente al invento del complot que todos los días traman sus enemigos, a los que, con frecuencia, sin ninguna calidad moral, califica como traidores y enemigos de la Patria.

Rubén Aguilar Valenzuela

@RubenAguilar

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