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Adán Augusto y el predicamento de Morena

Toda proporción guardada, la situación de Adán Augusto López Hernández, líder de Morena en el Senado, es similar a la del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

Leo Zuckermann

Juegos de poder

Toda proporción guardada, y repito para que quede muy claro, toda proporción guardada, la situación de Adán Augusto López Hernández, líder de Morena en el Senado, es similar a la del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.

Ambos tienen los incentivos para quedarse lo más posible en el puesto que desempeñan.

Desde 2019, Netanyahu fue acusado de fraude, abuso de confianza y sobornos. Sabía que, de renunciar, perdería su poder y probablemente acabaría en la cárcel. Se aferró a la silla ministerial gracias a una serie de maniobras políticas.

Después de los atentados terroristas de Hamas en 2023, debió haber renunciado por la responsabilidad que le tocaba a su Gobierno al haber fracasado en la previsión del peor ataque en la historia de Israel. Sin embargo, en aras de mantener la unidad nacional en la crisis posterior de los atentados y preparar la respuesta en contra de Hamas, se sostuvo como primer ministro.

Netanyahu sigue ahí, aferrado a la jefatura de Gobierno, haciendo todo lo posible para sostenerse, aunque eso esté generando un altísimo costo para Israel. Y es que el primer ministro sabe que si deja su puesto se convierte en un paria que podría terminar en la prisión.

Veamos, ahora, el caso de Adán Augusto López Hernández.

Cuando fue Gobernador de Tabasco (2019-2021) nombró a Hernán Bermúdez Requena como secretario de Seguridad en ese Estado. A la postre, este personaje se convirtió en el líder del cartel local más importante, “La Barredora”, con vínculos con el Cartel Jalisco Nueva Generación.

Una cosa es que el Gobierno administre y negocie con el crimen organizado, otra muy diferente es que su capo sea el mismísimo jefe de la Policía.

Bermúdez ya está preso para enfrentar un proceso judicial. Comienza a filtrarse información sobre la acusación que se le imputa. Obligaba, por ejemplo, a los gasolineros de Tabasco a comprar combustible robado o contrabandeado para así obtener enormes ganancias.

La pregunta es qué tanto sabía el Gobernador sobre la actividad mafiosa de su subordinado. Las dos posibles respuestas son incriminatorias para Adán Augusto.

Si no sabía sobre las tropelías de Bermúdez, pues era un incompetente al que se le podría acusar de negligencia. Dejó en manos de un criminal la seguridad de los tabasqueños y nunca se enteró de nada.

Si sabía, entonces era cómplice de la empresa criminal. Eso abre otra serie de cuestionamientos como qué recibía a cambio de proteger a su subordinado.

A Adán Augusto no le ayuda nada el hecho de que, por años, los morenistas han insistido que el ex presidente Calderón sí supo de las actividades criminales de su secretario de Seguridad, Genaro García Luna. Hay videos del propio López Hernández asegurando esto.

¿Con qué cara ahora nos vienen a decir que Calderón sí sabía, pero Adán Augusto no?

Además, hay información que el Ejército reportó el vínculo que existía entre Bermúdez y “La Barredora” desde 2019. Incluso, según informes de inteligencia militar de los Guacamaya Leaks, publicados por Quinto Elemento Lab, el entonces presidente López Obrador “habría dado la orden de investigar las actividades ilícitas” del jefe de la Policía tabasqueña.

Resulta poco creíble que López Hernández no sabía nada.

¿Nunca le comentó AMLO a “su hermano”, a quien nombraría secretario de Gobernación, sobre los malos pasos de Bermúdez quien se mantuvo en su puesto hasta 2024?

Otra pieza de información importante en esta historia son los millones que gastó López Hernández en la campaña para quedarse con la candidatura presidencial de Morena. Tapizó el País entero de anuncios espectaculares. Fue, me atrevería a decirlo, la “corcholata” que más dinero dilapidó en esa precampaña.

¿De dónde salieron tantos recursos?

Así llegamos a la situación de hoy donde Bermúdez está preso y López Hernández cuestionado.

Como Netanyahu, no tiene ningún incentivo para renunciar como legislador y perder su fuero que lo protege de una persecución judicial. Mucho menos a la poderosa coordinación de senadores de Morena que le provee recursos económicos no fiscalizables y el apoyo de un grupo político dentro del partido.

Como Netanyahu, Adán Augusto se va a aferrar a la silla que tiene. De loco renuncia a ella. Si lo hace, corre el riesgo de acabar en el ostracismo, incluso en la cárcel.

Lo cual pone en un predicamento a Morena. Porque es una ingenuidad pensar que todo este escándalo de corrupción se puede contener al nivel de Bermúdez sin que escale a López Hernández. Igualito que con el otro escándalo del huachicol fiscal y los marinos que no quieren que ascienda al ex secretario de la Marina, Rafael Ojeda. Y es que, como decía AMLO, “tontos son los que creen que el pueblo es tonto”. Efectivamente, la gente no es tan tonta como para pensar que la corrupción de los gobiernos de Morena sólo la operaban mandos inferiores sin que los superiores se enteraran.

Leo Zuckermann

X: @leozuckermann

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