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La 4T en la cuarta pregunta

Los proveedores de Pemex protestan por la falta de pago de los adeudos que con ellos tiene la quebrada empresa. Lo mismo sucede con quienes han vendido medicamentos al IMSS-Bienestar

. Catón

De política y cosas peores

“¿Tienen pantaletas del más allá?”. Esa extraña pregunta le hizo la exuberante fémina al dependiente de la tienda de ropa para dama. “Sí, señorita” -respondió el empleado. Y le mostro varias. La clienta escogió unas, las pagó y se fue. El dueño de la tienda, intrigado, le preguntó al dependiente: “¿Qué es eso de ‘pantaletas del más allá’?”. “Siempre las pide esa mujer -respondió el empleado-. Piensa que tiene unas pompas del otro mundo”.

Facta, non verba. Hechos, no palabras. Así reza el conocido adagio latino. Desde que en mala hora la llamada 4T se apoderó de México, lo que nos ha endilgado han sido verba, non facta, palabras, no hechos. La propaganda oficialista se ha vuelto un entramado de ocultaciones y mentiras. Ayer fueron las de López Obrador, cuyas engañifas brotaban como hongos en sus mañaneras. Si a ese señor le hubiera crecido la nariz, como a Pinocho, cada vez que decía una mentira, su apéndice nasal le habría dado por lo menos una vuelta al mundo. Ahora los hechos, tan tercos ellos, empiezan a contradecir el cúmulo de falsedades con que se ha pretendido ocultar la verdad, igualmente empecinada, que se obstina en aparecerse siempre pese a estar desnuda. Los proveedores de Pemex protestan por la falta de pago de los adeudos que con ellos tiene la quebrada empresa. Lo mismo sucede con quienes han vendido medicamentos al IMSS-Bienestar: Se ven obligados a pedir por medio de publicaciones lo que no pueden obtener a pesar de numerosos requerimientos. Ya se ve que venderle a crédito a la 4T, o a su segundo piso, es tan arriesgado como volar a 10 mil metros de altura agarrado a la picha de un zancudo, como dijo el célebre Godoy, simpático personaje de mi tierra. Lo que sucede es que el régimen actual, desdichado heredero del que lo precedió, está a la cuarta pregunta. Esa expresión se usaba antes para decir que alguien se hallaba en la inopia. La frase procedía del uso eclesiástico según el cual el párroco le preguntaba al novio en vías de casarse su nombre y apellidos, si era cristiano católico, si no había contraído matrimonio previo, y luego -la cuarta pregunta- si disponía de medios para el sostenimiento de su hogar. Un cierto maestro mío, inolvidable, andaba siempre así, a la cuarta pregunta. Me invitaba a tomar un café en el restaurante y me decía luego con la elegancia del famélico hidalgo retratado en el Lazarillo de Tormes: “Pero voy a gravitar sobre tu presupuesto, porque ando inargento e impecune”. Eso significaba que yo tendría que pagar la cuenta. Así, impecune e inargento, anda hoy el erario nacional por causa de las onerosas dádivas que López creó para formar la clientela en que finca su dominio. De ahí que el Gobierno actual esté rasguñando aquí y allá para allegarse fondos, como lo prueba el indebido aumento al impuesto sobre el ahorro. De politiquería saben mucho los dueños del poder; de administración y economía nada. Y todavía siguen haciendo trenecitos mientras México se descarrila. Si me es permitida una frase nada latina diré que estamos ligeramente jodi… Dos tipos bebían su copa en una mesa del Bar Ahúnda. Uno de ellos se veía triste, abatido, desolado. Le preguntó el otro: “¿Qué le sucede, compadre?”. “¡Ay, compadrito! -respondió lleno de aflicción el tipo-. ¡Su esposa no me comprende!”. En el Ensalivadero, soledoso paraje al que acuden por las noches en sus automóviles las parejitas en trance húmedo, Libidiano le dijo a Loretela: “Tengo muy frías las orejas”. Le preguntó ella, solícita: “¿Quieres que te ponga algo en ellas?”. “Sí -replicó al punto el lúbrico sujeto-. Tus rodillas”. FIN.

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