Gobierno enemigo de la cultura y la arqueología
Morena, que dice ser de izquierda, no se comporta como lo hacen los partidos que sí lo son en muy diversas regiones del mundo.

El domingo pasado, el Convento de la Natividad, obra del siglo XVI de la Orden de Predicadores (OP), en Tepoztlán, Morelos, cerró las galerías del claustro alto “porque el domingo viene mucha gente, y sólo somos tres custodios”, me dice uno de ellos, y eso, añade, “hace imposible que podamos cuidar ese espacio y el museo que ahí se encuentra”.
En el presupuesto de la Federación de 2026, la reducción de la inversión en la Secretaría de Cultura es de 2,000 millones de pesos y pasa de 15 mil 081 millones de pesos a 13 097 millones de pesos. Ya en el Gobierno del presidente López Obrador (2018-2024) el castigo al presupuesto fue dramático y ha continuado con la presidenta Sheinbaum Pardo (2024-2030).
El recorte en el presupuesto de 2026, para el INBA y el INAH, es del 20%, que se acumula al del sexenio anterior, y si a esta reducción se añade el 4% producto de la inflación, la reducción total es del 24%. Así, en relación al año anterior, el INAH sufre un detrimento de 1,288 millones de pesos y el INBA de 943 millones de pesos.
En el mundo una de las características de los gobiernos que se dicen de izquierda es elevar de manera constante la inversión en cultura y conservación del patrimonio monumental. Morena, que dice ser de izquierda, no se comporta como lo hacen los partidos que sí lo son en muy diversas regiones del mundo. Aquí todo se queda en discursos de propaganda política.
El recorte de la inversión en el INBA y en el INAH, provoca una reducción dramática en su capacidad de investigación, la promoción de la cultura y la prestación de servicios para el público en general y las distintas audiencias que atienden. Y en la vía de los hechos se cierra la posibilidad de la rehabilitación y de la conservación de edificios que son parte del patrimonio monumental, de las zonas arqueológicas, de las escuelas que dependen de esas instituciones y de los museos.
En ambas dependencias, el recorte impide recuperar las pérdidas del sexenio anterior, y no sólo esto sino que estas crecen. Lo que agudiza, como ya es visible, el deterioro de los edificios, de los museos, de las zonas arqueológicas y de las escuelas, que tiene el sistema de cultura. Ahora en diversas regiones del País, como ocurrió este domingo en el convento de Tepoztlán, cierran parte de los edificios, y hacen lo mismo con museos de sitio e incluso con las zonas arqueológicas, lo que ya me ha tocado en diversas ocasiones.
La comunidad del ámbito de la cultura y la arqueología debería salir a la calle a exigir que se revierta la tendencia creciente a reducir el presupuesto de estas actividades, cosa que, de manera brutal, ocurre desde hace siete años. Hay que poner freno a esta política perversa. En la pasada y actual administración federal, sólo se destinan recursos a aquellas políticas públicas que generan simpatía, pero sobre todo votos entre los electores, y en su manera de ver el mundo, ni la cultura ni la arqueología se los dan. Es una visión miope y limitada, de un Gobierno que, por la vía de los hechos, se ha convertido en enemigo acérrimo de estas actividades.
Rubén Aguilar Valenzuela
@RubenAguilar