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Humor dominical

...Decidí entonces renunciar al vino y las mujeres. Han sido las ocho horas más espantosas de mi vida”.

. Catón

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

“En mi noche de bodas cometí un error terrible” -le contó un joven a su mejor amigo-. Llevado por la costumbre, al terminar el acto le di a mi esposa mil pesos”. “No te mortifiques -lo tranquilizó el amigo-. Cualquiera comete una equivocación así”. “No es eso lo que me mortifica -replicó el otro, atribulado-. Ella me devolvió 500 pesos de cambio”.

El actor de Hollywood regresó a su casa en hora inesperada y sorprendió a su mujer en brazos de un sujeto, actor también. Se dirigió, enojado, al foll…: “¿Qué estás haciendo?”. “Nada importante -respondió calmosamente el tipo-. Un papel secundario en una película de clase B. Pero mi agente ya me prometió algo mejor”.

El señor le preguntó a su hijo recién casado: “¿Cómo te ha ido en tu matrimonio?”. Contestó el muchacho: “No muy bien. Mi esposa es fría y reservada en la cama. A veces tengo la impresión de que me casé con una monja”. “No te doy el pésame, hijo -suspiró el papá-. Yo estoy casado con la reverenda madre superiora”.

Aquellos novios fueron al campo en el automóvil de ella. El galán era soñador; sabidora la muchacha. Llegaron a un bello paraje de frondosos árboles y verde hierba en cuyas briznas esplendían las gotas del rocío matinal. El romántico joven evocó el Poema Número 20 de Neruda: “ Y el verso cae al alma como al pasto el rocío”. Le dijo a su dulcinea: “¡Qué húmedo está el césped!”. Acotó ella: “En el coche traigo una cobija”.

El juzgador le preguntó, severo, al acusado: “¿De modo que tiene usted tres esposas?”. “Sí, señor juez -admitió el individuo-. Soy buen ciudadano, respetuoso del orden jurídico, y la ley prohíbe la bigamia”. El fabricante de condones le comentó al visitante, señor de edad madura: “Retiramos del mercado nuestros productos. El nuevo látex que usamos en los preservativos hacía que se inflamara el atributo del usuario”. “¿Y por esa inflamación los retiraron? -exclamó con asombro el añoso caballero-. ¡Caraj..,, yo les habría comprado toda la producción!”.

Don Chinguetas declaró en la reunión de amigos: “Oí a un predicador hablar del pecado y del infierno. Decidí entonces renunciar al vino y las mujeres. Han sido las ocho horas más espantosas de mi vida”.

Pepito fue acusado de haber hecho cosas malas con la mucama de la casa. En el tribunal el abogado encargado de su defensa hizo que el chiquillo se descubriera la acusada parte y luego, agitándola con los dedos repetidas veces, se dirigió al juez: “¿Usted cree, su señoría, que con esta cosita”. En voz baja le indicó Pepito a su defensor: “No le siga moviendo, licenciado, porque vamos a perder el pleito”.

En presencia de su esposa don Feblicio se quejó amargamente con el consejero matrimonial: “El médico me dijo que por causa de mi edad y mi estado de salud sólo podré hacer el amor una vez al mes. ¡Y esta egoísta quiere que sea con ella!”.

Los parroquianos del conocido Bar Ahúnda se quedaron estupefactos, y el cantinero anonadado, aunque se escuche mal, cuando entró una mujer y se dirigió a la barra. Eso no habría sorprendido a nadie de no ser porque la recién llegada iba completamente desnuda: No llevaba encima más que unas cuantas gotas de perfume. La llamativa dama ocupó un banco en la barra y pidió un tequila. Se lo sirvió el cantinero, y luego se quedó mirando fijamente a la mujer. No le quitaba la vista de encima. Ella le espetó, enojada: “¿Qué nunca ha visto a una mujer desnuda?”. Respondió el del bar: “A más de una he visto, afortunadamente. Pero me estoy preguntando de dónde va a sacar usted el dinero para pagar la copa”. FIN.

Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas/cronista de Saltillo.

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