Pues sí, los militares también son humanos
En su afán de militarizar labores que les corresponden a los civiles, López Obrador le entregó el control de las aduanas a la secretaría de Marina.

Juegos de poder
Muchos lo advertimos porque era previsible: Cuando a los militares se les encargan tareas fuera de su ámbito de acción, como el manejo de las aduanas, se corre el riesgo de que miembros de las instituciones castrenses se corrompan poniendo en peligro la integridad y lealtad de los órganos del Estados responsables de la seguridad nacional.
Y es que los militares son seres humanos, de carne y hueso, que también caen a las tentaciones de enriquecerse rápidamente abusando de su poder.
En una aduana se pueden hacer fortunas tan sólo volteando los ojos hacia otro lado, dejando que pasen cargamentos prohibidos o clasificados como mercancías que no pagan impuestos.
Es lo que ocurre con el “huachicol fiscal”. Grupos del crimen organizado contrabandean combustibles de Estados Unidos a México. En lugar de declararlos gasolina o diesel, los clasifican como aceites o lubricantes con el fin de evadir impuestos como el IEPS e IVA.
Ya en México, los delincuentes venden el producto a un precio menor por el ahorro que consiguieron al no sufragar los tributos a los que estaban obligados. Las pérdidas son enormes para el erario. Una nota de El Economista de julio pasado reporta que la consultora PETROIntelligence estima en 30% el combustible de huachicol fiscal del total de los que se vende en México. El Gobierno federal habría dejado “de recaudar 809 mil 324 millones de pesos o 41 mil 747 millones de dólares entre 2018 y 2024 por el huachicol fiscal, es decir casi dos veces el costo de la refinería Dos Bocas”.
Expertos en seguridad pública aseguran que el huachicol fiscal incluso puede ser más redituable para el crimen organizado que el tráfico de drogas de México hacia Estados Unidos.
De ese tamaño podría ser este negocio ilegal.
En su afán de militarizar labores que les corresponden a los civiles, López Obrador le entregó el control de las aduanas a la secretaría de Marina. Pensaba que, por su formación, los marinos se comportarían honestamente resolviendo la proverbial corrupción en las aduanas.
No ocurrió. Lo que sí sucedió es que algunos altos mandos de la Marina se corrompieron. Sucumbieron a la tentación de enriquecerse rápidamente.
Este fin de semana nos enteramos que el Gobierno ejecutó las órdenes de aprehensión contra tres empresarios, cinco marinos en activo, uno en retiro y cinco ex funcionarios de Aduanas por el delito de huachicol fiscal.
El grupo de marinos está encabezado por dos hermanos: Manuel y Fernando Farías Laguna. El primero es vicealmirante, equivalente en rango a un general de Brigada del Ejército, mientras el segundo es contralmirante, cuyo paralelo es general brigadier. Ambos son sobrinos políticos del ex secretario de Marina durante el sexenio de López Obrador, el almirante José Rafael Ojeda.
Estos dos mandos de la Armada fueron responsables de las aduanas de Altamira y Tampico. Presuntamente estarían implicados en el desembarque de 31 buques de combustible contrabandeado.
Manuel Farías fue el comandante de la base naval en Puerto Vallarta. Su nombre incluso llegó a sonar como posible sucesor de su tío para este sexenio.
De acuerdo con el fiscal general de la República, fue el propio almirante Ojeda, siendo todavía secretario, el que solicitó se comenzara a indagar el caso: “Él nos pidió que investigáramos a todas las personas que dentro de la Armada de México podrían estar vinculadas con esos delitos, no nos señaló si eran parientes. No hizo ninguna distinción ni se generó ningún tipo de protección a favor de nadie”, declaró ayer Alejandro Gertz.
Este caso de presunta corrupción podría incluso estar relacionado con el asesinato de dos personas. Uno, el contralmirante Fernando Rubén Guerrero quien habría denunciado a los hermanos Farías como parte de la mafia del huachicol fiscal. La segunda, una funcionaria de la Fiscalía General de la República en Colima, Magaly Janet Nava.
Ayer, el secretario de Seguridad del Gobierno federal, Omar García Harfuch, dijo que “el actuar aislado de unos cuantos no representa el actuar de esta honorable institución” refiriéndose a la Marina. Tiene razón. Por eso es tan importante sacar de inmediato a las manzanas podridas para que no acaben contaminando a las demás. En ese sentido, el Gobierno de Sheinbaum merece un reconocimiento por haber actuado.
Me temo, sin embargo, que el problema de la corrupción de las fuerzas armadas seguirá en la medida en que este Gobierno insista, como el anterior, en encargarle tareas que no les corresponden a soldados y marinos. Porque, a final del día, ellos también son humanos que no resisten a las tentaciones mundanas poniendo en peligro el prestigio y la integridad de las instituciones castrenses.
Leo Zuckermann
X: @leozuckermann
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