El otro ejército
Hace 10 años un helicóptero del Ejército Mexicano fue derribado en pleno vuelo por un lanzagranadas operado desde tierra a manos de un cártel del crimen organizado...

Hace 10 años un helicóptero del Ejército Mexicano fue derribado en pleno vuelo por un lanzagranadas operado desde tierra a manos de un cártel del crimen organizado; la tragedia ocurrió en una carreta de Jalisco, murieron seis soldados.
Este suceso fue el punto de quiebre que marcó la transición en el uso de armas por el crimen organizado de México al ir pasando de las armas individuales tradicionales a las de muy alto poder destructivo. Nunca antes en México un aparato aéreo militar había sido derribado por miembros de un grupo criminal.
Es verdad que unos 10 años antes los Zetas habían sido capacitados por ex militares mexicanos de quienes recibieron formación disciplinaria y táctica de combate así como el uso de nuevas tecnologías de comunicación y de armamento más potente, pero nunca tanto. (La Tercera, Chile. 2 de septiembre 2025).
No tardaron mucho otros cárteles en formarse y armarse mejor ante el temor de ser enfrentados por los Zetas; así, gradualmente se creció el poder de combate de varios grupos delincuenciales hasta llegar hoy a contar con minas explosivas terrestres, vehículos de combate fuertemente acorazados de manera “artesanal”, drones, granadas y una ingeniosa variedad de bombas y artefactos de fabricación casera, así como ingredientes para fabricar otro tipo de explosivos, morteros y armamento de fabricación industrial cada vez más poderoso como los rifles semiautomáticos Barret calibre 0.50 (foto) y otras variedades de ametralladoras: Estos instrumentos superan a los de las fuerzas locales en la inmensa mayoría de las poblaciones del País, y además, sin dejar atrás la fabricación de armas químicas como las que utilizan para lanzar desde drones, en especial un pesticida a base de fosfuro de aluminio que genera manifestaciones tóxicas en seres humanos.
A todo esto añádase que los grupos del crimen cuentan con campos e instalaciones de adiestramiento, estudios tácticos, protocolos de acción y equipos actualizados de comunicación, y también entrenamiento por ex militares extranjeros, recientemente denunciado por el presidente colombiano Gustavo Petro a manos de elementos de su país que anteriormente fueron soldados de su ejército; súmense un par de decenas de venezolanos que han sido ya identificados y acusados de complicidad con personas del crimen organizado mexicano concretamente en el Estado de Michoacán.
Diversos espacios de prensa y quizás elementos de los cárteles han manifestado que, efectivamente, a partir de las presiones del actual Gobierno de Trump han tenido que reforzarse para estar en condiciones de contener la actuación hoy más contundente de la fuerza pública, sobretodo federal, pero especialmente la de cárteles rivales.
La estrategia de algunos cárteles es incrementar -al igual que ocurre con los microbios a los antibióticos- la resistencia al poder de combate de la fuerza pública y de otros grupos criminales tal y como se ve fácilmente en el armamento cada vez más sofisticado y poderoso, del que por cierto poco más del 70% proviene de los Estados Unidos, pero también sorprende el renovado ingenio y el afán innovador de los miembros de los cárteles que han aprendido mediante técnicas de “ingeniería inversa” a conocer con detalle los componentes de las nuevas armas y sus mecanismos de acción, detalles que se van conociendo al desarmarlas pacientemente, luego más o menos imitar los componentes que las integran y así después poder armarlas “artesanalmente” y en serie o bien fabricarlas mediante copia por impresión en 3D y todo esto dentro del País, lógicamente a un costo mucho menor (Times; Villegas, P., 1 de septiembre de 2025). De seguir así, cada cártel será otro ejército. Asomarnos a todo esto deja ver la magnitud del problema y el surgimiento de un nuevo oficio que descansa sobre actos gravemente delictivos y de una forma tal que parece la carrera del gato tras el ratón, un ratón escurridizo que es muy complicado atraparlo y que además es muy poderoso: Tiene los dos ingredientes básicos del poder material: Fuerza y dinero.
Jesús Canale
Médico cardiólogo por la UNAM.
Maestría en Bioética.