Visita de Rubio: Lo más difícil está por venir
¿Se pueden imaginar los riesgos que correría la relación bilateral si se llevara a cabo una reunión entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump?

Ana María Salazar
Indudablemente la presidenta Claudia Sheinbaum puede presumir que la visita a México del secretario Marco Rubio fue un éxito diplomático, considerando las amenazas que antecedían la llegada del secretario de Estado. El comunicado conjunto que se presentó después de la reunión, se subrayaron conceptos que la misma Presidenta había subrayado en las últimas semanas: El objetivo es trabajar para desmantelar las organizaciones criminales basados en la cooperación entre las instituciones de seguridad nacional, cuerpos de seguridad y autoridades judiciales de ambos países.
“México es un socio indispensable. Esta visita reafirma nuestro compromiso con la seguridad compartida y la prosperidad regional”, afirmó el canciller estadounidense. En este mismo comunicado se reafirmó la importancia de una cooperación estratégica en materia de seguridad, basada en principios de reciprocidad, respeto a la soberanía, integridad territorial, responsabilidad compartida y confianza mutua. Música para los oídos de los funcionarios mexicanos. Aunque hay muy pocos detalles de cómo, cuándo, dónde y cuales son las prioridades y objetivos de ambas naciones, por lo menos se acordó la creación un grupo de alto nivel, reforzar los mecanismos de control migratorio, especialmente en la frontera Sur de México. De hecho, hasta el mismo Marco Rubio aseguró que nunca se había tenido una cooperación tan cercana entre ambos países.
Música para los oídos de la presidenta Sheinbaum, en una coyuntura en donde horas antes de la reunión el mismo presidente Donald Trump había asegurado que el crimen organizado controlaba México y que la presidenta “tenía miedo” de aceptar la ayuda militar de Estados Unidos. Afortunadamente para el Gobierno mexicano no hubo presión, de firmar un acuerdo formal con detalles de cómo se implementaría esta “nueva” y “vigorosa” relación bilateral, pero tampoco se abordó montos de dinero ni responsabilidades de cada uno de los países. Tampoco se anunció una futura reunión entre mandatarios de ambos países. ¿Se pueden imaginar los riesgos que correría la relación bilateral si se llevara a cabo una reunión entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump?
Y aunque solamente se firmó un acuerdo político entre ambos países, el problema será cuando el presidente Donald Trump haga un pronunciamiento en contra de México y de la misma presidenta Sheinbaum. Hace algunos meses subrayé el problema fundamental de entender cuáles son las prioridades de Donald Trump y los riesgos para el mandatario alrededor del mundo que forzosamente tienen que interactuar con Estados Unidos: Siempre hay un riesgo de que Trump decida que el “acuerdo” con México no le da cobertura suficiente, o le permita desviar la atención del público estadounidense de la crisis que ya enfrenta su Gobierno a 230 días desde que de nuevo rindió protesta.
En cualquier momento las buenas intenciones de cooperación expresadas y firmadas por el secretario Marco Rubio podrían desmoronarse ante alguna declaración o mensaje de Trump -ya sea una ocurrencia o la necesidad de desviar la atención del público estadounidense. Y no debe sorprendernos de que Trump insista en que México acepte algún tipo de injerencia militar de Estados Unidos. Y la Presidenta tendrá una declaratoria política para resguardarse.
En lo que si se encuentra muy expuesto el Gobierno de México tiene que ver con las demandas de Estados Unidos ante lo que es un abierto incumplimiento del T-MEC en materia energética, granos genéticamente modificados, y otras barreras comerciales y no comerciales.
“Durante la reunión, el secretario enfatizó la importancia de resolver las barreras comerciales y no comerciales para fomentar la prosperidad de ambas naciones” fueron las declaraciones oficiales del Departamento de Estado, citando al portavoz Tommy Pigott. Es importante subrayar que son bastante “caras duras” los estadounidenses de acusar a México de violar el T-MEC, considerando las amenazas arancelarias de Trump si México no cumple con sus demandas de reducir el tráfico del fentanilo y de migrantes a su país. Pero, a diferencia del acuerdo político de seguridad, el T-MEC es un tratado formal, ratificado por ambos países. Es muy diferente entregar 55 criminales altamente peligrosos a las autoridades estadounidenses, obviando sus derechos procesales a impugnar y detener su extradición, y otro es violar un acuerdo comercial en contra de lo que dice la Constitución mexicana.
La verdadera crisis en la relación bilateral está por venir, y no es muy claro cómo será la negociación en la evaluación del T-MEC para el Gobierno de México cuando tenga que defender lo que ha sido la fallida política energética y otros temas de soberanía plasmados en la Constitución.
Lo más difícil está por venir.
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