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Además de seguridad, Sheinbaum y Rubio deben buscar el equilibrio bilateral

La visita busca concretar un acuerdo de seguridad enfocado en desmantelar cárteles, frenar el tráfico de fentanilo y controlar los flujos migratorios.

Eduardo Ruiz-Healy

El secretario de Estado de EE.UU, Marco Rubio, se reunirá hoy en Palacio Nacional con la presidenta Claudia Sheinbaum. La visita busca concretar un acuerdo de seguridad enfocado en desmantelar cárteles, frenar el tráfico de fentanilo y controlar los flujos migratorios. Hasta ahora Rubio ha mostrado cierto tono de moderación al elogiar los esfuerzos del Gobierno mexicano, pero sigue presionando por compromisos más decisivos.

Hijo de cubanos exiliados y senador por Florida desde 2011, Rubio ha construido su carrera como un político de línea dura en política exterior. Desde hace más de una década describe a los cárteles mexicanos como entidades terroristas que controlan regiones y alimentan la crisis del fentanilo en su país. Durante el Gobierno de AMLO fue particularmente crítico, acusándolo de ser blando con el crimen y pidiendo catalogar a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras.

Con Claudia Sheinbaum en el poder desde octubre de 2024, Rubio ha moderado algo su discurso, reconociendo los decomisos récord de fentanilo y destacando el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera. Recientemente habló de trabajar en coordinación con México, pero sin abandonar el marco del “America First”, exigir “acciones rápidas y decisivas”, mayor control migratorio y freno a la expansión económica de China en nuestro País que, para él, representa un riesgo a las cadenas de suministro norteamericanas y un intento de evadir los aranceles de Trump.

En contraste con la postura de Rubio, la Presidenta ha marcado distancia con firmeza. Desde su toma de posesión ha repetido que México no aceptará intervenciones extranjeras, insistiendo en que debe haber “Coordinación, sí; subordinación, nunca”. Con una popularidad promedio al 75%, llega a la reunión con respaldo político interno y capacidad de resistir presiones externas.

Hasta ahora no ha ido a Washington y ha preferido mantener su relación con Trump mediante llamadas o negociaciones a distancia. Al recibir a Rubio en la capital mexicana, controla la narrativa, evita escenarios incómodos y proyecta la imagen de un México que dialoga en sus propios términos. No es casual que los acuerdos arancelarios de marzo se alcanzaron sin necesidad de posar en el Despacho Oval de la Casa Blanca.

La reunión de hoy girará en torno a tres ejes. 1. Seguridad: cooperación en inteligencia y presión para que México actúe con mayor contundencia contra los cárteles; 2. Migración: EE.UU exige deportaciones más rápidas de no mexicanos, mientras México pide apoyo financiero, y; 3. Comercio: EE.UU busca limitar la triangulación china en manufacturas; México exige alivio arancelario para sectores golpeados.

El éxito dependerá de si Rubio mantiene el tono pragmático que hasta ahora ha mostrado o si vuelve a ser el duro que exige sumisión. Una presión excesiva podría reavivar el nacionalismo mexicano que tantas veces ha frenado acuerdos.

La visita de Rubio a la Presidenta es, en suma, una prueba para ambos. Para él, de su capacidad de negociar sin imponer; para ella, de sostener la soberanía sin romper la relación. Porque más que un acuerdo de seguridad, lo que deben buscar es el equilibrio de la relación bilateral para enfrentar al crimen organizado, controlar la migración y promover el desarrollo económico.

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