Humor dominical
Al joven recién casado le extrañó que su flamante desposada iba a la cama todas las noches llevando un moñito en la cabeza.

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES
Al joven recién casado le extrañó que su flamante desposada iba a la cama todas las noches llevando un moñito en la cabeza. Le preguntó, curioso: “¿Por qué siempre te pones ese moño al acostarte?”. Explicó ella: “Mi mamá es de ideas conservadoras, y antes de casarnos me dijo que nunca dejara que me vieras completamente desnuda, que siempre llevara algo encima”.
El pintor de brocha gorda estaba pintando las paredes de la casa a la que una pareja se iba a mudar. La señora observó que la noche anterior su marido se había recargado en una pared recién pintada, y la huella de su mano había quedado ahí. Fue con el pintor y le dijo: “Quiero que vea el lugar donde mi marido puso la mano anoche”. “Me gustaría mucho, señora -replicó el sujeto-, pero no acostumbro meterme con mujeres casadas”.
Hubo redada de sexoservidoras, y cuatro fueron llevadas ante el juez. Protestó una: “Mi detención es injusta. Yo soy secretaria”. “Yo también” -aseguró la segunda-. “Y también yo” -declaró la tercera”. Le preguntó el juzgador a la cuarta: “¿Y usted?”. “Yo soy prostituta” -respondió lisa y llanamente la mujer. “¿Ah sí? -sonrió el juez-. ¿Y cómo va el negocio?”. “Bastante bien -contestó la mujer-. E iría mejor de no ser por la competencia que nos hacen algunas secretarias”.
Afrodisio Pitongo, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, invitó a Floridelicia, muchacha de buenas familias, a visitarlo en su departamento aquella noche. “No puedo ir -declinó la invitación la chica-. Pero estaré ahí en espíritu”. “Qué lástima -se condolió Pitongo-. Con tu espíritu no podré hacer lo que pensaba hacer con tu materia”.
La Cenicienta le pidió al Príncipe: “Devuélveme mi zapatilla de cristal. Tengo otro baile hoy en la noche”.
El marido le dijo a su mujer: “Comeremos y luego iremos a comprar tu aparato”. “Está bien -aceptó la señora-. Vamos a la recámara”. El marido alzó la voz: “Te digo que comeremos y luego iremos a comprar tu aparato para la sordera”. (No le entendí).
Capronio es un sujeto ruin y desconsiderado. Su esposa le recordó: “Mañana es tu cumpleaños. Lo celebraremos”. “Magnífico -accedió el majadero-. Pero ¿tenemos que celebrarlo juntos?”.
Don Cucoldo les contó a sus amigos: “Mi mujer tiene muy mala memoria. En el cajón de su buró hallé un paquete de condones. Se le olvidó que hace cinco años me hice la vasectomía”.
La esposa de Astatrasio Garrajarra le reclamó: “Anoche llegaste bien borracho”. Respondió el briago, todavía bajo los efectos del alcohol: “No, copa. Te juro que nada más me eché una viejita”. “Llegaste bien borracho, te digo -insistió la señora-. A mí querías darme cuerda, y trataste de foll… con el reloj de pedestal”.
Después de recorrer los 18 hoyos dos jugadores de golf fueron al baño de vapor del club, y luego se vistieron para ir al hoyo 19. Uno de ellos se asombró al ver que su compañero se ponía una pantimedia. Le preguntó: “¿Desde cuándo usas pantimedias?”. Respondió el otro, mohíno: “Desde que mi esposa encontró una en el asiento trasero de mi coche, y le dije que es parte del vestuario del jugador de golf”.
El batallón de infantería llegó a un pueblo comarcano. Uno de los soldados fue con el superior y le dijo: “En este pueblo vive mi esposa. Tengo dos años ausente. Deme una hora de permiso para ir a verla”. “Está bien -accedió el mílite-. Pero en una hora deberás estar de vuelta”. Al regreso del soldado el superior lo reprendió: “Te di una hora de permiso, y tardaste siete en regresar”. Explicó el soldado: “Cuando llegué a la casa mi señora estaba en la tina de baño, y el uniforme tardó seis horas en secarse”. FIN.
Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas/cronista de Saltillo.
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