Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas /

Acto purificador

¿Qué atuendo vestirán los nuevos juzgadores en vez de la toga, que es prenda fifí, conservadora y neoliberal? ¿Usarán tilma, huipil, quexquémetl o jorongo?

. Catón

Se casó un robusto mancebo a quien apodaban en el pueblo “El Oso”, por su musculatura. La noche de las bodas el fornido galán empezó a despojarse de la ropa. Su dulcinea lo veía, arrobada, e iba diciendo con admiración: “¡Qué bíceps, Oso! ¡Qué tórax, Oso! ¡Qué piernas, Oso!”. El desposado dejó caer la última prenda. Y exclamó la novia con tono de desilusión: “¡Qué oso, Oso!”. (Nota. El tal Oso parecía un ropero de tres lunas con la llavecita puesta). Las desventuras conyugales de don Cucoldo no terminan. Antier llegó a su casa inesperadamente y sorprendió a su esposa en compañía de otro hombre. Eso le sucede con relativa frecuencia, pero en este caso la situación era distinta: Los amantes, en vez de estar en la cama, se hallaban en la tina de baño. Antes de que don Cucoldo pudiera articular palabra le dijo la mujer: “Leí que muchas personas se han ahogado en la tina de baño, de modo que contraté un salvavidas”. Aquella pareja de casados estaba en vías de separación. Aventuró la esposa: “Si tuviéramos un hijo quizá se salvaría nuestro matrimonio”. El marido se sorprendió: “¡Pero si ya tenemos cinco!”. “Sí -admitió la mujer-. Pero yo digo uno tuyo”. Las palabras esdrújulas poseen una especial sonoridad. La palabra “esdrújula” es esdrújula, y oiga usted cómo suena la voz. “México esdrújulo” es el título del libro de un poeta coahuilense, Jesús Flores Aguirre. Pues bien: A mi edad y con mi experiencia -con mis experiencias- ya no me pongo colorado ni con 40 grados de calentura. Aun así me sonrojé de vergüenza al saber que las ceremonias de toma de posesión de los nuevos ministros de la Suprema Corte incluirán un acto de “purificación” del recinto ocupado antes por los diabólicos, demoníacos y luciferinos juristas que se opusieron a las ilegalidades de AMLO y defendieron la integridad de la justicia. Me pregunto en qué consistirá ese acto purificador. Desde luego no en un asperges de agua bendita con la recitación de fórmulas como Vade retro, Satana. Más bien supongo que se harán sahumerios de copal, a la manera indígena, acompañados por piruetas de danzantes más falsos que un billete de 3 pesos. A eso se añadirá la entrega de bastones de mando a los nuevos ministros. Bastones tendrán esos acordeonistas, pero mando no, ya que por su dudoso origen estarán sujetos a las consignas del Gobierno. Otra pregunta me hago: ¿Qué atuendo vestirán los nuevos juzgadores en vez de la toga, que es prenda fifí, conservadora y neoliberal? ¿Usarán tilma, huipil, quexquémetl o jorongo? Todo eso me parece ridículo y patético. Palabras esdrújulas son ésas para calificar los extremos chabacanos y ramplones a que ha llegado la demagogia oficialista, cuyas mentirosas escenografías no alcanzan a encubrir el cochinero de nepotismo, corrupción e impunidad creado por López Obrador y criado ahora por la retorcedora presidenta Sheinbaum. Eso es lo que los morenistas deberían purificar, sahumar y bastonear. Y más no digo, pues la vergüenza que siento por esos desfiguros está tiñendo de rojo mis letras. Contaré un chascarrillo final y luego abandonaré la escena con la altivez de don Fernando Díaz de Mendoza, extraordinario actor ibérico, tras declamar aquellos versos del Tenorio: “Llamé al Cielo y no me oyó, / y pues sus puertas me cierra, / de mis pasos en la Tierra / responda el Cielo, yo no”. La rubia de ondulantes formas le preguntó a la recepcionista del centro médico: “¿Hay aquí un proctosiquiatra?”. “¿Proctosiquiatra? -se asombró la empleada-. No existe esa especialidad”. “Pues debería existir -manifestó la rubia-. Yo necesito un proctosiquiatra, porque cuando un hombre me toca las pompas me vuelvo loca”. FIN.

Sigue nuestro canal de WhatsApp

Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí