Pemex y el Mono Colorado
Si aún existiera yo le pondría el Mono Colorado a Pemex, para que pagara los multimillonarios adeudos que tiene con sus proveedores...

De política y cosas peores
“¡Bésame, y seré tuya para toda la vida!”. Eso le dijo en amoroso arrebato la romántica joven a su labioso galán. “No exageremos -acotó el sujeto-. Te besaré para que seas mía únicamente este fin de semana”. El esposo se quejó con su mujer: “No me gusta que comas chicharrones y papitas mientras hacemos el amor. “¡Ah! -protestó ella-. ¿Entonces nada más tú quieres disfrutar?”. En la Cuba castrista iban a fusilar a dos disidentes, uno blanco, el otro de color. Le preguntaron a éste: “¿Cuál es tu última voluntad?”. Respondió: “Que todas las balas den en el blanco”. Noche de bodas. En el curso del nupcial deliquio le dijo el ardoroso recién casado a su flamante mujercita: “¡Te amo terriblemente!”. “Ya lo noté -repuso ella-. Pero con la práctica lo irás haciendo cada día mejor”. Entre las muchas buenas obras de don Eugenio Garza Sada estuvo la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa. Ahí los trabajadores de sus empresas recibían con sus familias los beneficios derivados de actividades culturales, deportivas y sociales. Varias veces fui invitado a disertar ante aquel público atento y cordial. Entonces conocí a un hombre de edad madura ya, pequeño de estatura, humilde, que daba a los socios clases de piano y de violín. Privilegio y honor fue conocerlo, pues aquel señor era don Armando Villareal, el autor de una de las más queridas canciones mexicanas: “Morenita mía”. Siempre he pensado que quien escribe una bella canción tiene ya ganado el cielo, y se lo dije. Sonrió, y como sabía que yo era coahuilense me contó que la musa inspiradora de su canción era también de Coahuila: Nació en Parras. A mi vez le conté eso al entonces presidente municipal de la hermosa ciudad, y le sugerí que se impusiera a una de sus calles el nombre “Morenita mía”. El Cabildo aprobó la iniciativa, y con esa linda denominación se llama hasta la fecha una de las recoletas calles de Parras. Hablé ayer de esa preciosa población por la cual siento un amor grande. Pero sucede que cuando empieza uno a hablar de ella nunca termina. Tuvo Parras una institución que en ninguna otra parte del mundo ha existido: El Mono Colorado. ¿Qué era el Mono Colorado? Lo explicaré. Vamos a suponer que tú me prestabas un dinero, y llegada la fecha de vencimiento del préstamo yo no te pagaba. Repetidas veces me pedías el pago, y yo me hacía tonto, o peor. Entonces tú recurrías al Mono Colorado. Era un hombre vestido con un overol de color rojo que a cambio de un estipendio diario se le pegaba como lapa al deudor moroso. A todas partes lo seguía. Lo esperaba a la salida de su casa y sin decir palabra caminaba atrás de él. Que iba a misa, se le sentaba atrás. Que iba al cine, se le sentaba al lado. La gente veía eso, claro, y al punto circulaba por la ciudad el ingrato y perjudicial rumor: “Fulano ha de andar mal: Trae al Mono Colorado”. El moroso deudor quedaba socialmente descalificado, y se le hacía el vacío. Nadie se atrevió nunca a tocar al hombre del overol: Era una institución de la comunidad. Y es fama que nadie aguantó traerlo atrás más de dos días. “Ya quítamelo”. “Pos págame”. Y el deudor empeñaba hasta los calzones para tener con qué pagarle a su acreedor y así librarse del Mono Colorado. Es una pena que haya desaparecido ese entrañable personaje de Parras. Si aún existiera yo le pondría el Mono Colorado a Pemex, para que pagara los multimillonarios adeudos que tiene con sus proveedores, muchos de ellos pequeños y medianos empresarios a quienes el incumplimiento de la morosa -y por lo tanto inmoral- empresa del Estado causa daños graves. Pobre país el nuestro, sin Mono Colorado y con tantos monos guindas. FIN.
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