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¿Una nueva oleada intervencionista?

No van por un cártel de la droga; van por el petróleo de Venezuela.

Epigmenio Ibarra

No van por un cártel de la droga; van por el petróleo de Venezuela.

No buscan salvar a las y los jóvenes que, en las calles de sus ciudades mueren a causa del fentanilo; buscan cumplir con ese “destino manifiesto” al que, según ellos, los liberales dentro del Partido Republicano y los demócratas dieron la espalda.

El objetivo de la ultraderecha supremacista es restaurar la hegemonía imperial de los Estados Unidos en América Latina.

Desde mediados del siglo XX hasta los primeros años de este siglo el pretexto para, como decía José Martí, “extenderse por las Antillas y caer con esa fuerza sobre nuestras tierras de América” fue impedir que el comunismo se instalara en “su patio trasero”.

Ahora es la lucha contra los cárteles de la droga.

A la “doctrina de seguridad nacional” la sustituye la cruzada contra el narcoterrorismo.

Por eso el despliegue de una fuerza anfibia en el Caribe.

Por eso la retórica encendida de los halcones en Washington. El alud de amenazas.

Las provocaciones constantes.

Las campañas de desestabilización que las derechas locales y muchas y muchos de los más influyentes líderes de opinión -tontos útiles unos; traidores a secas los más- se encargan de esparcir.

Que usarán toda su fuerza militar, dicen, para acabar con el narcotráfico.

Nada habrán de lograr si no la emplean en su propio territorio y en contra de los capos y cárteles de la droga norteamericanos que controlan el almacenamiento, la distribución y la venta de la droga.

Nada si no combaten la impunidad con la que operan quienes lavan -en Wall Streetcentenares de miles millones de dólares.

En sus propias entrañas -y no en las nuestras- está el problema.

En la laxitud con la que atienden el consumo al que tratan siempre como un asunto criminal y no como un problema de salud pública.

En la obsesión malsana por culpar a las minorías étnicas en lugar de concentrarse en reconocer y combatir a los empresarios anglosajones de la droga.

En su incapacidad de mirarse en el espejo y reconocer que la corrupción de jueces, fiscales y policías no les es en absoluto ajena.

¿Una nueva oleada intervencionista?

¿Marines desembarcando y empantanándose en el caribe?

¿Drones bombardeando o comandos pisando nuestro suelo? Con eso sueña la derecha. Eso quisiera la comentocracia.

Bravatas, rumores, invenciones, filtraciones no habrán de faltar, ni traidores tampoco, pero de este lado, nunca, faltarán la razón que nos asiste, la dignidad, el temple, la inteligencia que nos sobran como pueblo, para contener esta anacrónica pretensión imperial.