Bastón sin mando
...la presidenta Sheinbaum debería tomar distancia del hombre que tantos y tan graves daños ha hecho a México.

De política y cosas peores
El joven Bragueto desposó a Picia, mujer más fea que un coche por abajo, pero rica. En abono del galán diré que no se casó por el interés: Se casó por el capital. La noche de las bodas el novio, pese a sus ímprobos esfuerzos, no podía ponerse en aptitud de hacer obra de varón. El lábaro de su masculinidad estaba igual de abatido que nuestro Producto Interno Bruto (esta última palabra la digo sin ofender). Con suplicante acento, Bragueto le pidió a su esposa: “¡Por favor, Picia, dime cuánto dinero tienes, a ver si eso me motiva!”. Tengo recuerdos infantiles, vívidos y vividos, de la Segunda Guerra. Me miro haciendo la tarea del colegio a la luz de una lámpara de petróleo, pues había apagones cotidianos en mi ciudad, Saltillo, por la escasez de combustible para la pequeña planta generadora de la electricidad. Me veo entrando con mi padre en la cocina de la casa del abuelo. Ahí están los tíos con el periódico cuyo titular dice en grandes letras: “Se suicidó Hitler”. Quizá de esas memorias viene mi extraña fascinación por esa guerra, la última justa, dicen unos. El domingo en la tarde vi por cuarta o quinta vez “La caída”, extraordinario film que narra los últimos días del Reich que iba a durar mil años. ¿Por qué perdió la guerra la Alemania nazi? Aventuro mi desmañada hipótesis: Porque los generales de Hitler jamás se atrevieron a decirle: “No”. En vez de eso, algunos de ellos intentaron matarlo, como fue el caso de la frustrada operación “Walkiria”, uno entre los más de 40 intentos hechos para acabar con la vida del insano Führer. La sumisión absoluta de esos generales permitió que Hitler cometiera errores garrafales que finalmente llevaron a su destrucción, como fue abrir un segundo frente para invadir Rusia. Tampoco nadie osó despertar al líder para decirle que en Normandía había comenzado la invasión de los aliados, que cercó a Alemania por el Oeste mientras por el Oriente la asediaba el Ejército Rojo. Toda proporción guardada, y sin ánimo de una imposible comparación, pienso que la 4T cometió, y sigue cometiendo, enormes yerros porque nadie ha osado nunca contrariar las caprichosas órdenes del caudillo que lejos de irse a “La Chin…” sigue imponiendo su voluntad sobre el partido del Gobierno y sobre el Gobierno del partido. Por el bien de México, y de sí misma, la presidenta Sheinbaum debería tomar distancia del hombre que tantos y tan graves daños ha hecho a México. Conozco las circunstancias que la obligan a actuar con cautela en su relación con AMLO, pero mientras no se libere de su influjo no tendrá personalidad propia ni podrá evitar que el voluntarioso autócrata mantenga un maximato que llevará a México a su perdición. Muy buen momento es éste para empezar a deslindarse del cacique. La conducta en España de su esposa, y los excesos en Japón de su hijo Andy, han debilitado considerablemente la imagen de López Obrador y de su círculo cercano. La nación entera apoyaría a Claudia Sheinbaun si decidiera tomar su propio rumbo y dejar de cumplir las órdenes de quien le dio el bastón, pero no el mando. Ha llegado la hora de resistir al dictador, cuya obsesión por el poder hace que peligre nuestro País. La Presidenta de México tiene la palabra. Y esa palabra es “no”. He cumplido por hoy la modesta misión que me he fijado, de orientar a la República. Puedo entonces, sin mengua de esa patriótica tarea, dar salida a un último cuentecillo de ligero humor. “¿Foll…, linda?”. Eso le dijo de buenas a primeras Afrodisio Pitongo a una bella chica en el Bar Ahúnda. Ella se indignó: “¿Es usted un degenerado?”. Preguntó a su vez Pitongo: “¿Es requisito?”. FIN.