Resultaron más humanos que franciscanos
¿De dónde sacan dinero estos personajes de la 4T para darse una vida de lujo?

Durante el periodo vacacional de verano se suscitó un escándalo en la política mexicana. Se descubrió que varios miembros prominentes de la llamada “Cuarta Transformación” viajaron a Europa y Asia hospedándose y comiendo en lujosos establecimientos.
El caso más sobresaliente fue el del hijo del fundador del movimiento, Andrés Manuel López Beltrán, quien funge como secretario de Organización de Morena.
Huelga decir que, para el autor de estas líneas, cada persona tiene el derecho de hacer lo que se le pegue la gana en sus vacaciones, siempre y cuando las paguen con recursos lícitos. Lo que no se vale es gastar el dinero de los contribuyentes o utilizar fondos obtenidos por actos de corrupción.
Ahí está, en primer lugar, la pregunta que todo mundo se hace: ¿De dónde sacan dinero estos personajes de la 4T para darse una vida de lujo? Siendo funcionarios o personajes públicos están obligados a transparentar si de verdad tienen los recursos personales legales para sufragar tales gastos. Quedarse callados solo genera más sospechas de posibles abusos de poder.
Hay un segundo problema. El gran líder fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador, imprimió un sello franciscano a su movimiento. No es que solo retomara el concepto de la “honrosa medianía” de Juárez con respecto a la vida pública del País.
Yo estoy de acuerdo con ese concepto. En una república, a diferencia de una monarquía, los funcionarios deben ser más sobrios y austeros en el manejo de los recursos públicos.
Sin embargo, López Obrador fue más allá de eso. En un discurso anticapitalista supuestamente a favor de los más desfavorecidos, se posicionó como un político que estaba en contra de los bienes materiales superfluos.
Se trasladaba en un Tsuru (luego en un Jetta), presumía no tener cuentas bancarias ni bienes inmuebles, no recomendaba tener más que un par de zapatos, desapareció el Estado Mayor Presidencial, viajaba en aviones comerciales en clase turista y no le gustaban los periplos internacionale
Mucho de esto era, sin duda, propaganda porque el Presidente acabó viajando en aviones militares, en las giras por la República se trasladaba en camionetas blindadas, lo protegían soldados vestidos de civiles, pero que ya no eran del Estado Mayor, ejercía el presupuesto para la compra de vestimenta de la Presidencia y vivía cómodamente en Palacio Nacional.
Sí, era más austero que sus predecesores, pero tampoco era de una privación material capuchina.
El discurso de AMLO era filosóficamente cercano al de San Francisco de Asís: la pobreza, humildad y fraternidad como virtud pública. El político al servicio del pueblo que no pretende bienes materiales sino una vida sencilla dedicada a mejorar la vida del prójimo. Perfecto.
Resulta que los herederos de AMLO acabaron siendo más humanos que franciscanos y, en este sentido, tremendamente hipócritas.
Como a la mayoría de las personas, les gusta los bienes materiales. Cuando viajan, se dan sus lujos. El problema es que, ahora que todas las personas tienen una cámara en sus teléfonos celulares, es muy probable que los descubran en el penoso ejercicio de ser tan humanos en el Viejo Continente o en el país del Sol Naciente.
No predican con el ejemplo y, cuando los descubren, se hace evidente que el discurso de la sobriedad y austeridad es más propaganda que realidad.
Y hay un tercer problema. La actual Presidenta sí comulga con estos valores y trata de comportarse de acuerdo con los cánones franciscanos de su predecesor. O por lo menos quiere seguir con esa línea discursiva
En este sentido, ya van varias veces que anima, convoca, emplaza, solicita, invita y casi hasta implora que los miembros de la 4T se comporten de manera sobria y austera. Ha escrito y publicado recomendaciones muy claras al respecto.
Y, sin embargo, hay quienes no le hacen caso. Entre otros, el mismísimo hijo del fundador del movimiento/partido.
No queda bien la Presidenta cuando sus palabras se las lleva el viento. Sobre todo, si se trata de colegas cuatroteistas que deberían compartir, al igual que ella, los valores franciscanos que les heredó López Obrador.
Así se está construyendo el “segundo piso” de la 4T. Ahora que tienen más poder y dinero, elevaron una planta adicional su estatus social.
Algún día llegarán al Pent-House siguiendo el ejemplo de los herederos del Partido de la Revolución Mexicana, quienes resultaron ser más humanos que revolucionarios
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