Sin comparación

Los hechos son una anécdota que dura unos cuantos días, al tiempo otro escándalo sepulta al anterior, la consigna ante el desastre, corrupción y abuso de un régimen es: “No somos iguales”.

La crueldad es alentada por la soberbia y la descomposición, el desbasto de medicamentos continúa, la súplica y la alarma se unen para advertir la prolongada carencia de medicamentos contra el cáncer, la inhumanidad de las autoridades de Salud en contra de los niños es aberrante.

Mientras los funcionarios asisten a la conferencia presidencial matutina convertidos en una escenografía, la prensa consigna la falta de oncológicos que se traduce en la muerte de cuatro mil niños, las organizaciones de la sociedad civil no se dan abasto para atender la urgencia. (La Razón. 04/02/2025).

La represión desatada contra personal de salud, -quienes protestan legítimamente por sus condiciones de trabajo-, es respondida con brutalidad, una desproporcionada réplica contra aquellos que antes elogiaban por su entrega y temeridad.

Mientras, vándalos a sueldo estallaban aparadores, museos y negocios exaltando el nacionalismo vulgar que ostentan como ideología, protegidos por la Policía de la Ciudad de México lanzando el mensaje siniestro de las autocracias, turbas o granaderos para quienes disienten.

Tienen la administración pública con niveles de inversión y gasto raquítico, el gasto en Salud se encuentra en los niveles del 2012 (https://x.com/CarlosRamirezF) y ante esta inobjetable realidad los responsables de la catástrofe, David Kershenobich y Alejandro Clark, avalan todas las falsedades junto a la mandataria ante la desolación de los enfermos.

La fraudulenta apropiación del Poder Judicial, la CNDH, convertida por Morena en una institución partidista y copartícipe del encubrimiento, el reparto de dinero como un botín clientelar y celebran el insignificante crecimiento como si ya no hubiese marginación y pobreza evidencia los objetivos perversos, no hay un solo país que haya salido de la postración económica regalando dinero.

Acuden al pasado sin advertir que llevan siete largos años al mando y la irresponsabilidad es de ellos, al igual que los regímenes que construyeron dictaduras viven entre contradicciones y demagogia, su modelo no se encuentra en los sistemas democráticos sino en aquellos que hicieron de lo ocurrido un argumento para vender igualdades y utopías, lo que edificaron fue un engendro que devoró libertades y progreso.

Los bolcheviques ofrecían erradicar cualquier vestigio de capitalismo, sin embargo, armaron un régimen de privilegios, Robert Service, un estudioso de este fenómeno lo describe en un reciente libro: Sangre en la Nieve, La Revolución Rusa 19141924.

“Los privilegios oficiales se extendieron, y pocos bolcheviques se resistían a sus comodidades. Antes de la Revolución de Octubre en Moscú no había una barbería más de moda que la de Kiustezky Most, pero en 1920 estaba cerrada al público en general. Sólo los funcionarios de la Checa central y de Moscú podían cortarse el pelo allí, y en la puerta había un cartel que decía: “Prohibida la entrada a personal ajeno a esta empresa”. Trotsky utilizaba la limusina Delaunay Belleville de Nicolás II, mientras que Lenin se desplazaba por Moscú en el Rolls Royce del emperador. El líder sindicalista Mijail Tomsky se hizo de un elegante Pierce Arrow negro. Los miembros del Comité Central y los comisarios del pueblo disponían de choferes, criados, niñeras y acceso a médicos, y los fines de semana se iban a mansiones y dachas que habían sido expropiadas a la elite acomodada”.

No, no son iguales, no tienen comparación.

Se asemejan a quienes hacen del poder un privilegio y privatizan el Estado para uso particular.