Otra vez: Adán Augusto no se va a ningún lado
Desde los ex gobernadores en Madrid, Barcelona, Noruega, Canadá, y República Dominicana, hasta los amigos presidenciales (Washington, la ONU, Londres, París, Buenos Aires), todos se mantienen en sus cargos y no parece haber sustituciones inminentes.

Amarres
Traté de explicar en una columna de El Universal las razones por las cuales no pienso que Adán Augusto López Hernández será defenestrado de su cargo como líder de Morena en el Senado. Tampoco le sucederá algo parecido a Ricardo Monreal en la Cámara de Diputados. No me convence ninguno de los argumentos esgrimidos por los colegas de la comentocracia, que me parecen pertenecer más bien al ámbito del “wishful thinking”. No repetiré dichos argumentos, sino más bien reiteraré mi motivo para discrepar de lo que llamé un consenso comentocrático.
Andrés Manuel López Obrador fijó de manera explícita las reglas de la sucesión. Vencería quien él decidiera, y los perdedores recibirían premios de consolación. Ocuparían cargos en el gabinete, o en el Congreso. Obviamente no serían perseguidos, y sus nombramientos durarían por lo menos hasta las elecciones intermedias o la revocación de mandato.
Acompañaron estos compromisos públicos otros más reservados, que poco a poco han ido trascendiendo al dominio público. Una persona perteneciente al gabinete le explicó hace poco a un interlocutor que sugería/solicitaba la remoción de un funcionario de nivel medio del sexenio anterior que no era posible. Le explicó que todos los nombramientos con la firma del ex Presidente permanecerían vigentes a menos de que él o la interesada así lo pidiera.
Lo hemos comprobado con las embajadas de México. Salvo el caso de Laura Esquivel en Brasil, quien solicitó su retorno a México e incluso, parece, pagó su boleto de regreso, todas las designaciones siguen intactas. Desde los ex gobernadores en Madrid, Barcelona, Noruega, Canadá, y República Dominicana, hasta los amigos presidenciales (Washington, la ONU, Londres, París, Buenos Aires), todos se mantienen en sus cargos y no parece haber sustituciones inminentes.
Lo mismo sucede a lo largo y ancho del sector público, sobre todo en el gabinete, donde con la excepción de Rogelio Ramírez, todos los colaboradores de AMLO continúan en sus puestos: Los mismos, o rotados. El entramado es amplio, complejo y precario. El retiro de una de las piedras de la bóveda, aunque no sea la clave de la misma, podría provocar el derrumbe de toda la estructura.
Por eso Adán Augusto y Monreal van a sobrevivir en sus sinecuras. De ser desterrados a embajadas o peor aún, al desempleo, entrarían en pánico no sólo las demás corcholatas, sino todos los pejistas en el Gobierno de Claudia Sheinbaum. Lo cual implicaría un sismo o cisma en el régimen, y revelaría una de las características de la candidatura ganadora. Sheinbaum se rodeó del equipo de López Obrador en alguna medida porque carecía de equipo propio.
Todos los vaticinios son temerarios, aún cuando se presentan como sugerencias, más que afirmaciones. Coincido plenamente con Otto Granados que no tiene sentido, desde la crítica o la oposición, formularle recomendaciones al Gobierno. No las necesita, no las atiende, y no dignifican al emisario. Prefiero correr el riesgo de equivocarme en el pronóstico, que compartir mis deseos o consejos con un Gobierno indiferente ante ambos.