Delfina no decepciona
¿Preparativos para una visita del papa León XIV?

Astillero
La gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, no es una decepción. Su desempeño al frente de esa complicada entidad ha sido congruente con su historial político: Ocupar cargos sin mover nada en demasía, dejar correr intereses e inercias, posponer cambios o transformaciones más o menos profundas, lo mismo en la SEP que en el actual puesto.
Los recientes operativos federales en esa entidad, más allá de su pertinencia en los actuales momentos, constituyen una radiografía acusatoria del predominio de grupos criminales en buena parte del Estado, no sólo en cuanto a delitos federales sino al abandono de la función gubernativa. La extorsión a comerciantes, transportistas, empresarios y ciudadanos en general, los “impuestos” a la venta de productos básicos, el control casi institucionalizado de ciertos grupos criminales, debería escandalizar, mover a acciones profundas y a remover conductas de autoridades, pero en el Edomex y en buena parte del País se vive la normalización del predominio criminal.
¿Preparativos para una visita del papa León XIV? Del 24 al 29 del mes en curso estará en México Paul Richard Gallagher, secretario del Estado de la Ciudad del Vaticano que se encarga de las relaciones con los estados y las organizaciones internacionales. El motivo oficial de su viaje es participar en la Asamblea General de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FIUC), que se realizará en Guadalajara. Pero también se reunirá con el difuminado canciller, Juan Ramón de la Fuente, y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, que ha representado al País en ceremonias vaticanas recientes.
El Gobierno de México, nación aún con mayoría católica, ha extendido invitación al sucesor del argentino Francisco para que realice una visita oficial y sabido es que la diplomacia de aquella teocrática nación-Estado maneja estos temas con extremo cuidado.
En términos generales ha habido una relación distante de los gobiernos 4T con la cúpula católica mexicana, incluso con periodos de crispación a causa del predominio de grupos criminales en varias regiones del País, sobre todo después del asesinato, en Cerocahui, Chihuahua, de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora Salazar.
Además, desde luego, de los posicionamientos de López Obrador y, sobre todo, de Claudia Sheinbaum, en materia de derechos reproductivos, contenidos educativos y orientación gubernamental que ya no mantiene el trato privilegiado a la élite religiosa. Una visita papal, por lo demás, daría réditos políticos y sociales a la presidenta Sheinbaum, aunque es previsible que la negociación de tal acto implique algún tipo de concesión a los intereses de la estructura clerical.
Así lo dijo la presidenta Sheinbaum en la mañanera: “Hasta ahora, no hay ninguna carpeta, ni en ninguna de las fiscalías ni en la Fiscalía General de la República contra el senador (Adán Augusto López Hernández). Lo que hay es contra el que fue su secretario de Seguridad (…) las investigaciones siguen abiertas”. Cuatro palabras, “hasta ahora” y “siguen abiertas”, implican cuando menos alguna forma de presión hacia el ex gobernador de Tabasco y ex secretario de Gobernación que, por su parte, parece convencido de que puede seguir con la jefatura política del Senado.
Por lo pronto, el enfoque judicial y político está en niveles menores: En el propio ex secretario de Seguridad Pública, Hernán Bermúdez y algunos de sus familiares, y en piezas operativas como Ulises Pinto, detenido en Guadalajara, Jalisco, y a quien se atribuye un magnificado papel relevante en “La Barredora”, aunque en esa historia criminal lo destacado es la creación y protección, desde altos niveles políticos y gubernamentales, de dicho grupo delictivo.
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