El supremo tribunal de la comentocracia

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Yo no defiendo a Adán Augusto López Hernández. Es a él a quien toca dar la cara ante la opinión pública, honrar la palabra empeñada y, en caso de ser citado, presentarse ante la autoridad correspondiente responder sus cuestionamientos o hacer frente, si se le fincan responsabilidades, a las acusaciones que se le hagan.

Si la Fiscalía prueba que el senador tabasqueño es corresponsable, por acción o por omisión, de los delitos que se imputan a su ex secretario de Seguridad o de otros no quedará impune. El gobierno, el partido, el movimiento de la Cuarta Transformación no habrán de solaparlo.

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Quiere AMLO el poder absoluto

La presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo; la presidenta de Morena, Luisa Alcalde Luján; el presidente del Consejo Nacional de ese partido, Alfonso Durazo, han asumido reiteradamente, con claridad y contundencia ante la Nación, ese compromiso. Lo que defiendo es el debido proceso, el derecho que el senador tabasqueño, como cualquier otro ciudadano, tiene a una legítima defensa. A lo que me opongo es a la sentencia inapelable y lapidaria, dictada en su contra y sin la presentación de evidencias, por el “supremo tribunal de la comentocracia”.

Un tribunal de facto al que, en este caso, parecen haberse sumado voces que, en general, no se compran la narrativa impuesta en la red y en los medios de comunicación -desde el arranque del proceso electoral de 2024- por la derecha conservadora.

Su “santa indignación”, su desaliento ha hecho que algunos de las y los más inteligentes muerdan el anzuelo y sigan el guión del “narco gobierno de Morena”, escrito por la CIA y la DEA, para que lo repitan hasta el hartazgo la derecha y sus voceros. En la trampa de equiparar al viejo régimen y al actual. En la de considerar, como lo hace Jorge Zepeda Patterson, “una cantaleta” lo de Felipe Calderón y su cómplice Genaro García Luna con la que, habida cuenta del caso de Adán Augusto y su secretario de Seguridad, la izquierda ya no debe seguir “machacando”, han caído muchos.

Felipe Calderón es un genocida, un usurpador impuesto por Washington para desatar la matanza. García Luna, un hombre de la DEA, la CIA, del cártel de Sinaloa. No es cantaleta exhibirlos; recordar los crímenes de los que son responsables. Mientras que el primero está escondido en España y al segundo Peña Nieto, en lugar de perseguirlo le dio contratos multimillonarios con el de “la barredora”, barrerá la justicia y lo mismo pasará con el que fuera su jefe si resulta implicado. Narco gobiernos eran los del PRIAN.